11.26.2017

LOS SIGLOS DE LA PATATA



Intenta seguir en sentido inverso el viaje hacia tu mesa de los alimentos más comunes que tienes al alcance de la mano y te perderás en un laberinto de milenios de historia. La taza de café negro reluciente con su cucharada de azúcar implica la historia del comercio entre varios continentes y la del viaje infame de los esclavos africanos hacia las islas del Caribe; el té requiere para ser explicado los imperios de China y la India y la aventura insensata de las carabelas portuguesas que daban la vuelta al Cabo de Buena Esperanza antes de poner proa hacia el nordeste en el Océano Indico; para que te comas un tomate fue preciso que se desplomam hace cinco siglos la teocracia sofisticada y sanguinaria de Tenochlitlán; la tostada de pan blanco sobre la que restriegas la pulpa del tomate y luego viertes un chorro lumilloso de aceite de oliva requirió milenios de agricultura en el Oriente Medio y en las orillas del Mediterráneo, y contiene como una huella genética los rituales sagrados de Grecia y de Roma: con ese mismo aceite se ungían las estatuas de los dioses; el olivo era el árbol sagrado de Atenea. La roma patata que ya ni siquiera vescuando te pones a pelarla porque has visto y pelado millones de ellas en tu vida es una de las claves en la historia del mundo.

Me detengo en la patata en es la expedición arqueológica que me lleva de la alacena al mostrador de la cocina por resto de la planta. La gente se resignó a comerla en las hambrunas causadas por las guerras de religión y por el enfriamiento climático que se abatió sobre Europa durante los siglos XVII y XVIIl. Sin la abundancia de patatas que liberó muchos brazos de la agricultura y alimentó mayores poblaciones urbanas no habría sido posible la Revolución Industrial en Inglaterra: para Friedrich Engels, la patata fue tan decisiva como el hierro y como la máquina de vapor.

Los incas la comían sin pelarla, porque creían que al arrancarle la piel la patata estallaba en terribles sollozos. Pablo Neruda, que escribió odas magníficas a los alimentos en apariencia más prosaicos -la alcachofa, la cebolla, el pan, el tomate -, tiene una ' Oda a la papa" que deslumbra por su hermosa materialidad de poesía arcaica:

" ... compacta
como un queso
que la tierra
elabora
en sus ubres
nutricias".

 A diferencia de los metales, que nacen como ella en el interior de la tierra pero sin,en para la destrucción, la papa es en los versos de Neruda pura benevolencia, asociada a las civilizaciones originariasde América:

"harina de la noche
subterránea!
tesoro interminable
de los pueblos".

En un libro de titulo bastante absurdo, "Propitious Esculent", el historiador John Reader ha acumulado casi todo lo que se puede saber sobre el cultivo de la patata y su influencia abrumadora en el devenir de laHumanidad. Suprimir la patata de la historia de los últimos siglos tendría no menos efecto que suprimir la imprenta o los descubrimientos de Louis Pasteur. Los grandesejércitos de Napoleón no habrían ido posibles sin colosales abastecimientos de patatas. Sin el hambre causada por la ruina de las cosecha de patata un millón de irlandeses no habrían muerto a mediados del siglo XIX y otro millón no habrían emigrado a América. Sin las patatas que comieron ruidosamente en cocinas sombrías generaciones de antepasados campesinos borradas por el tiempo yo no estaría escribiendo estas palabras ahora mismo.

Texto publicado en "Muy Interesante", España, mayo 2008, nº 324, p. 14. Digitalizacion, adaptación y ilustración para publicación en ese sitio por Leopoldo Costa.

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