Los portugueses en el Gran Buenos Aires. Pérdida y presencia de su lenguaLa inmigración portuguesa ha sido comparativamente pequeña y poco importante numéricamente en nuestro país si se la compara con los grandes contingentes de españoles e italianos. Las razones idiomáticas han influido en la preferencia por el vecino Brasil.
Sin embargo, esta colectividad ocupó el primer lugar entre los grupos extranjeros en los últimos años del virreinato.(Lewin, B.,1980; Avni, H.,1983; Assadourian C.S. et al, 1986) Por estas razones históricas se podría explicar , como un primer intento de justificación, el desconocimiento que existe en la actualidad acerca de la presencia de comunidades portuguesas en Argentina.
De acuerdo con los datos de la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina el saldo de la inmigración portuguesa entre 1857 y 1970 alcanzó un total de 45.000 personas, destacándose por su intensidad las décadas entre 1920 y 1930, y entre 1940 y 1960.
Durante la etapa de recolección de datos fueron muchos los portugueses que informaron que un número importante de coetáneos que se habían establecido originalmente en Brasil, por las razones idiomáticas ante dichas, posteriormente decidieron trasladarse a Argentina cruzando los pasos fronterizos en carácter de turistas.
Tal es el caso de José Chistiano Freitas Henriques Junior, más conocido por su nombre artístico de Chistiano Junior de profesión fotógrafo. Nació en1932 la isla de Flores, una de las siete que forman el archipiélago de las Azores. En 1955 emigró al Brasil con su familia, integrada por su esposa y dos hijos. En 1962 ya estaba instalado con estudio propio en Maceió, capital del estado de Alagoas, al norte del país. Dos años después estaba muy activo en Rio de Janiero donde trabajó hasta su traslado a Buenos Aires en 1967. De esta manera es de suponer que la Dirección Nacional de Migraciones, que tiene su sede en la ciudad de Buenos Aires, no recibió información sobre estos casos. Borges (1997) hace referencia a esta misma situación.
Los integrantes del primer flujo migratorio portugués del siglo XX a Argentina eran originarios del Algarbe y se establecieron en Buenos Aires y en ciudades de la costa atlántica. Pero quienes llegaron entre fines de la Segunda Guerra Mundial y mediados de la década de los sesenta, se asentaron principalmente en los partidos que rodean la ciudad de Buenos Aires, como La Matanza, Escobar, Esteban Echeverría y General Rodríguez, entre otros. Procedentes de Minho, Tras-Os-Montes y Beiras, sus miembros lograron insertarse en el sector industrial y comercial de la economía así como en la producción de verduras, hortalizas y ladrillos.
Si bien en un primer momento el tipo de trabajo y la nacionalidad eran determinantes del lugar de residencia, a finales del siglo XIX persiste el origen nacional al que se suman los lazos familiares, observándose un aumento de alianzas matrimoniales de carácter endogámico. Aquellos abuelos inmigrantes mantuvieron su sentido de colectividad, para preservar validamente la cultura, el idioma y la tradición de su pueblo.
En cuanto a las actuales comunidades portuguesas de Argentina podría pensarse que este grupo migratorio se ha mantenido oculto en el proceso de reproducción social del país. El origen de este silencio podría buscarse en varias causas, algunas más evidentes que otras. Por una parte, consideramos que existe una dificultad en reconocer apellidos y nombres portugueses como tales. Pinto, Silva, Romero, Costa, Torres, Ventura, Brito, Manuel, José y Joaquín, bien podrían adscribirse a un origen español. Sin embargo, la existencia de veintitrés clubes portugueses en este país atestiguan la presencia de los lusitanos.
También podría pensarse que en el escenario desordenado de crecimiento y transformaciones de la estructura socioeconómica de Argentina a lo largo del siglo XX los inmigrantes portugueses inventaron aquí una nueva vida y construyeron una forma de autoexclusión social y cultural. Como consecuencia de ello, y a diferencia de otros colectivos migratorios, como es el caso de los gallegos, los italianos, los árabes y los judíos, los portugueses no han tenido un espacio en el imaginario social. El cine, el teatro y la literatura costumbrista argentina no han hecho referencia, desde lo grotesco, al inmigrante portugués.
El presente trabajo intenta analizar que pasó con la lengua tanto de los primeros inmigrantes que llegaron a estas tierras como con las de sus hijos y nietos , para ello es necesario ofrecer un análisis de las formas que adoptó la inserción socioeconómica de los portugueses integrantes de la segunda oleada migratoria del siglo XX a la estructura productiva hortícola de La Matanza, uno de los partidos metropolitanos de Argentina. En particular se puntualizará la mirada las quintas portuguesas en el marco de las transformaciones de la estructura productiva hortícola , ante el impacto de los procesos de modernización y globalización y como se ve esto reflejado en el idioma.
La modernización de La Matanza remite a cambios que se introdujeron en la estructura social y cultural de la población, la implantación industrial y la inclusión de un número importante de habitantes en la fuerza de trabajo fue el punto de partida de las transformaciones de la vida cotidiana, la lengua y del imaginario colectivo. Así, el trabajo, la educación, donde los hijos de inmigrantes llevaron el español a sus casas ya que pasaron de ser monolingües en portugués a ser bilingües portugués-español, el nuevo espacio de la mujer en el mundo laboral, el ocio y la familia comenzaron a girar alrededor de nuevos valores y actitudes. Los nuevos patrones de comportamiento en el marco de la organización social de las fábricas exigían la búsqueda de la eficiencia, el respeto estricto de los horarios de trabajo y de las jerarquías de mando además del uso del idioma nacional para poder comunicarse. Este proceso significó un verdadero proceso de aculturación no sólo para la gran masa de los nuevos obreros sino para la sociedad matancera en general. La vida de los viejos pobladores de La Matanza y la de los nuevos inmigrantes había transcurrido hasta ese entonces en contextos rurales tradicionales, atrasados y pobres. (Svetlitza de Nemirovsky, A., 2004).
Las ciudades de Isidro Casanova y González Catán del partido de La Matanza son una de las tantas esquinas portuguesas del mundo ( La expresión es la traducción de “Portuguese corners of the world” con la que Feldman-Bianco (1992) describe la ciudad de New Beldford, en Estados Unidos, donde reside una importante comunidad portuguesa). La razón del asentamiento de los inmigrantes portugueses prioritariamente en estas dos localidades se fundamenta en que la estructuración de la inmigración portuguesa se construyó sobre la base de la existencia de redes familiares, amicales y locales.
Fue común que los integrantes de los diferentes flujos migratorios europeos que llegaron a Argentina lo hicieran a través de una carta de llamada enviada por un familiar desde este país. En el caso de los portugueses de La Matanza los mecanismos de cooperación y solidaridad de los familiares y amigos establecidos previamente en La Matanza, no terminaban con el envío de una carta de llamada y la oferta de trabajo. Los recién llegados residían al principio en la casa de algún familiar o coétnico.
Esta resultó la vía por la cual en la posterior elección de un lugar de residencia definitivo se optara por la cercanía de familiares y amigos. La multiplicación de estas redes de contención afectiva y lingüística tuvo un efecto lineal sobre la ocupación del espacio social y territorial.
De esta manera se fue consolidando en La Matanza una sociedad con notorias características de heterogeneidad en términos estrictamente étnicos y en un claro proceso de integración pero, y esto es importante de destacar, no de asimilación. La adquisición de la ciudadanía argentina y la asistencia a las escuelas públicas de los hijos de los inmigrantes no fueron factores que actuaran negativamente sobre un proceso de constante reconstrucción de la identidad étnica. Los inmigrantes portugueses trataron de mantener vivas sus costumbres con respecto a la alimentación, creencias religiosas e idioma.
Alrededor de la década de los setenta comenzaron a fundarse en La Matanza los clubes de las comunidades extranjeras probablemente como una forma de defensa ante la amenaza, no exenta de una fuerte carga simbólica, de la pérdida de los elementos estructurantes de la propia cultura. Los miembros de la comunidad portuguesa participaron de este proceso de construcción de un espacio de herencia cultural, como denomina Rocha-Trindade (1988) a las instituciones étnicas portuguesas en el ámbito de la emigración.El Club Portugués de Isidro Casanova, uno de los más importantes de este país, fue fundado en el año 1978. Posteriormente tuvo lugar la creación de otro club, más pequeño que el anterior, en la ciudad de González Catán, que se mantienen una constante interrelación.
Un socio y miembro activo de dicho club declaró: “Para mí siempre fue importante mantener un contacto con la colectividad portuguesa ya que es una forma de traer mi pueblo a la Argentina y de mantener y usar mi idioma. Me gusta juntarme a escuchar fados (folclore portugués) y las famosas melodías de las guitarras de doce cuerdas.”
En los clubes se organizan reuniones periódicamente donde la gastronomía y la música portuguesas siempre están presentes. la fecha más importante que festeja la colectividad es el 10 de junio: Día de Portugal y la Lengua Portuguesa. Se realizan grandes festejos donde conviven los inmigrantes más antiguos con los niños que recién comienzan a entender un poco de sus antepasados.
Es necesario señalar que se carece de estadísticas sobre el número de portugueses que actualmente residen en La Matanza. La discontinuidad de la inmigración a mediados de los sesenta como el paulatino fallecimiento de los viejos inmigrantes tuvieron un impacto negativo sobre la comunidad. Los líderes de los clubes portugueses consideran que podría llegar a 1000 personas y el de luso descendientes a 9000, categoría esta última en la que se incluyen hijos y nietos.
A través de prácticas de la vida cotidiana, como la asistencia a clubes e iglesias portuguesas y la
constante interrelación entre coétnicos, se reproduce en la vida familiar la nostalgia de Portugal. Estos elementos operan como mecanismos de transmisión y refuerzo del sentimiento de saudade y de la memoria cultural en hijos y nietos nacidos en Argentina. El término saudade, originado en el siglo XVI como sinónimo de nostalgia, es considerado por Feldman-Bianco (1992) como un constructo cultural que definiría la identidad portuguesa en el marco de la emigración. De esta manera el curso de la vida está inmerso en un sentimiento de desarraigo constante para los primeros inmigrantes..
Al mismo tiempo, otro grupo de portugueses, aquellos insertos en general en actividades económicas en las ciudades de La Matanza , (primera y segunda generaciones) se presenta como ya asimilado a la sociedad nacional, y parecería que sus límites étnicos han sufrido un proceso de evanescencia. Podría pensarse que este es el caso en que, frente a un nuevo contexto sociocultural, se institucionalizaron nuevos patrones de conducta, en oposición a los quinteros, agrupados en el sector rural del partido, con una intensa interrelación entre ellos y aislados de la multiculturalidad de la vida urbana.
En general, en este segundo grupo de portugueses y descendientes, muchos de sus miembros presentan prácticas de exogamia, con un nivel relativo de concurrencia a clubes e iglesias portuguesas.
No obstante las connotaciones básicas de ambas categorías de identidad, parecería que no se oponen entre sí sino que por el contrario se yuxtaponen en algunos casos. En el discurso de todos los inmigrantes portugueses de La Matanza es constante la referencia al país de origen, lo que evidencia en forma significativa el sentido de pertenencia a la nación portuguesa.
En las capillas levantadas por los inmigrantes portugueses de La Matanza el ritual de la Virgen de Fátima está a cargo de curas brasileños y ofrece en forma significativa la unión de lo sagrado y lo profano, lo religioso y lo nacional. Si bien en general el idioma utilizado es el español, es de destacar que entre los cánticos se incluyen himnos religiosos en portugués, otros en español y canciones populares portuguesas cuyas letras describen las diferentes regiones lusitanas. El ambiente en el que se desarrolla el ritual es de extrema tristeza, en especial mientras se entonan las canciones populares portuguesas y el llanto no está ausente entre quienes nacieron en Portugal.
El público presente en la misa es en general femenino: mujeres ancianas portuguesas, algunas acompañadas por sus hijas portuguesas y sus nietas argentinas. Si bien estas últimas no han vivido la experiencia de la migración, reflexionan sobre este fenómeno utilizando los mismos recursos de las generaciones anteriores, adoptando en este aspecto una identificación diaspórica sumamente intensa.
La situación de extrema pobreza en la que históricamente llegaron los inmigrantes a Argentina a fines del siglo XIX volvió a repetirse en el caso de los portugueses a mediados del siglo XX. En el relato de la migración fue la crisis económica, y el contexto de privaciones en que se desenvolvía la vida durante la etapa pre-migratoria la razón de la partida de Portugal. La imagen de la pobreza se repite, se la describe de esta manera:
“En Portugal estábamos mal y no parecía que iba a mejorar tanto como dicen que mejoró ahora”. (F, 66 años).
“Cuando la gente mataba un chancho, con los huesos se hacía sopa. Comían hasta los huesos y los restos que sobraban, que quedaba arroz sin nada, venía una señora a pedirlo para que coman sus hijos, lo pisaba y hacía sopa...” . (L. 68 años)
“... la situación económica nuestra y de mis familiares más cercanos no era buena y parecía que nunca iba a cambiar.” (G, 62 años).
“... era una vida muy triste con mucho sufrimiento; yo comencé a trabajar junto a mi madre a los seis o siete años en la cosecha de las aceitunas. “ (A, 71 años).
En estas condiciones los portugueses procedentes del norte lusitano aceptaron cualquier tipo de trabajo en La Matanza. Mientras algunos se incorporaron al sector comercial e industrial, otros encontraron ocupación en las quintas de verduras y hortalizas como jornaleros de arrendatarios italianos, argentinos, e incluso de portugueses que habían llegado entre las décadas de los veinte y los treinta.
Después de algunos años de trabajar en las quintas como jornaleros fue común que varios portugueses se asociaran entre sí, unieran sus ahorros y con la ayuda económica de un coétnico, arrendaran tierras y comenzaran su propia producción.
En la etapa que aquí nos ocupa, el mayor problema que se presentaba era la devolución del préstamo, sobre todo si se tiene en cuenta la vigencia de los estrictos principios éticos que guiaban las acciones de este grupo étnico.
En la escala social agraria de los portugueses la etapa del arrendamiento fue fructífera económicamente y trajo la inclusión de las mujeres en el proceso productivo. En la década de los cincuenta y sesenta las mujeres comenzaron a cumplir en las quintas roles que hacían a la infraestructura productiva, como la preparación diaria de comidas para todo el personal, que incluía portugueses y argentinos provenientes de las provincias del interior del país, o directamente en el trabajo de la tierra, tomando, de esta manera, mayor contacto con la lengua nacional y realizando una fusión entre ambas.
Aproximadamente entre fines de los sesenta y principios de los setenta, y tras un período que permitió la formación de un pequeño capital, los arrendatarios portugueses lograron la propiedad de las tierras que trabajaban. Un rasgo distintivo de la quinta portuguesa fue su carácter de explotación familiar, que se mantiene hasta nuestros días. (Svetlitza de Nemirovsky, A. et al, 1997). Si bien hijos y nietos son argentinos y se sienten como tales y manejan el español como primera lengua también se sienten y mantienen unidos a la familia de origen, conocen y comprenden el idioma portugués (la lengua hablada en casa de sus padres y abuelos) pero saben que presentan grandes fallas para hablarlo correctamente y escribirlo.
Es posible considerar el trabajo familiar como una condición estructural definitoria, no carente de resistencia y plasticidad, donde la lengua cumple un papel de suma importancia para facilitar la comunicación.
Son los hijos de los quinteros portugueses quienes están a cargo del transporte y la comercialización de la producción por ser ellos más jóvenes y tener un correcto dominio del español tanto en lo que se refiere a la gramática como a la pronunciación.
El 95 % de los quinteros encuestados nació en Portugal y el 5% restante en Argentina. La totalidad de los quinteros provienen de las regiones de Beira, Tras-Os-Montes y Minho. En relación con la nacionalidad de las esposas, el 71 % nació en Portugal y el 29 % restante, que nació en Argentina y son hijas de portugueses. Estos porcentajes revelan un alto índice de endogamia que, desde nuestra perspectiva de la sociología del lenguaje, ha ayudado a mantener las costumbres y la presencia del idioma en el ceno de las familias.
En la muestra de quinteros encuestados se pueden reconocer dos franjas generacionales: un grupo de población envejecida, de más de 70 años, que representa el 85 % del total de los productores, y otro cuya edad oscila entre los 40 y 50 años aproximadamente, que podría caracterizarse como la generación posterior. El fenómeno en sí de una inclusión en labores agrícolas desde la niñez y juventud, representa la posibilidad de un período corto, irregular, de asistencia escolar en razón de las obligaciones laborales. Esta situación se percibe en el bajo nivel de educación alcanzado por los quinteros de mayor edad y por sus esposas: sólo un 10 % finalizó la escuela primaria, mientras que el 71 % de maridos y esposas tienen la escuela primaria incompleta.
En la medida que crecieron los hijos varones de los quinteros se fueron incorporando a la empresa familiar y continuaron residiendo en la explotación después del matrimonio. La práctica de la patrilocalidad se mantiene hasta nuestros días, aunque los luso descendientes manifiestan últimamente una tendencia a residir en las ciudades cercanas a las quintas a fin de facilitar la asistencia de sus hijos a los establecimientos educativos.
Estos nietos de portugueses concurren en su gran mayoría a escuelas bilingües español- ingles. Si bien conocen el portugués porque es el idioma hablado en la casa de sus abuelos, solo un porcentaje menor (22%) se ha visto interesado en estudiarlo, contrariamente a esto un porcentaje muy alto de los encuestados (90%) consideran al portugués como una herramienta necesaria para ampliar sus posibilidades laborales.
Los interesados en aprender el portugués prefirieron la variante brasilera a la portuguesa ya que hay una mayor oferta de esta variante en virtud de las relaciones comerciales entre nuestro país y Brasil en el marco del Mercosur y de las actividades económicas entre dichas naciones.
Al respecto el director del centro universitario de idiomas comento: “ La enseñanza del portugués tuvo un crecimiento muy fuerte a partir de la creación del Mercosur. Se detuvo durante la crisis de Argentina del 2001 y empezó a crecer a partir de la asunción de Lula en Brasil con los refuerzos de los lazos entre los gobiernos de ambos países.”
A la hora de estos jóvenes, nietos de portugueses, aprender el idioma surge que por un lado se ven facilitados porque ya conocen el idioma y este les es familiar pero las dificultades aparecen frente a la diferente pronunciación y a las estructuras gramaticales que en algunos casos son diferentes, como por ejemplo la colocación pronominal, etc.
También aparece como dificultad la transparencia que hay entre el español y el portugués.
La comunidad portuguesa de La Matanza llego en una etapa de grandes transformaciones cuyo clímax de desarrollo socioeconómico fue una condición facilitadora de su integración, sin haber desplazado a otro grupo social y habiéndose mantenido fiel a sus costumbres, idioma y religión.
Las quintas portuguesas ofrecen en la actualidad un complicado entramado de tradición y modernidad. En consecuencia la hibridez cultural a la que hacen referencia antropólogos como García Canclini (1989) y Signorelli (1999), no constituye sólo una condición propia de las aglomeraciones urbanas sino que se hace aplicable a unidades agrarias como las quintas portuguesas de La Matanza.
El duro proceso de transculturación que vivieron los portugueses constituye el factor más importante en la constitución de estos actores sociales. La constante referencia al proceso migratorio, a la patria lejana y al deseo/utopía del regreso emergen como los componentes principales de un lenguaje diaspórico, teñido de tristeza y resignación, como nos narra la señora Zulmira de la “Casa de Portugal, Virgen de Fatima”, “No se que haría si no conociera aquí a alguien de mi tierra con quien pudiera hablar mi lengua y contar historias de un hogar y una geografía que hoy se encuentra lejana en distancia pero muy cerca en recuerdos.”
Las actividades sociales de los clubes portugueses promueven una intensa interacción social entre sus miembros, junto con el traslado de una práctica religiosa premigratoria constituyen estrategias que reconstruyen y refuerzan la identidad étnica y la identidad nacional.
Por Mónica G. Afonso disponible en http://www.monografias.com/. Adaptacion y ilustracion por Leopoldo Costa
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