1901- Capitales Nacionales y Soberania
La producción e industrialización de la carne en la Argentina se vio
condicionada por la realidad de un mercado exportador muy concentrado. Desde
los inicios del siglo XX, cuando la exportación de ganado en pie desapareció
por la negativa de Gran Bretaña de adquirir ganado proveniente de un país con
aftosa, la única salida para los ganaderos fue la de enviar carne refrigerada.
Es entonces cuando pasan a primer plano en la economía nacional los
frigoríficos, que los capitales británicos habían instalado en el país. Aquellos
pocos que pertenecían a capitales nacionales eran pequeños y no llegaron nunca
a manejar el volumen requerido.
La industria frigorífica, constituirá el origen de la industrialización
en nuestro país, momento clave en la incorporación argentina al mercado mundial
capitalista. Será la única salida de los productores y exportadores de carne
para poder colocar sus productos; modificará y delineará a la Argentina del
siglo XX.
Será generadora de profundos cambios a todo nivel, fruto de una pavorosa
suma de poder económico, lo que facilitará su acción como trust, sin
intervención gubernamental alguna. ¿Era esto producto del lobby llevado a cabo
por las embajadas inglesa y estadounidense, o era simplemente la manifestación
política de un fuerte sentido liberal y por lo tanto no intervencionista del
gobierno.?
El desarrollo de la industria frigorífica, posibilitó la incorporación
de miles de trabajadores convertidos en operarios industriales a partir de la
inversión de capitales extranjeros, los que monopolizaron la producción y
comercialización, orientándola hacia el mercado externo. Será esta fuerte
articulación con el mercado europeo, lo que diferenciará a esta industria de la
local, embarcada esta en un lento y parcial proceso de reemplazo de las
producciones artesanales regionales.
Su crecimiento y desenvolvimiento, tendrá puntos de contacto con la
industria azucarera, y en menor medida con la vitivinícola. Otro rasgo a
destacar, en la producción cárnica, está dado por la inclusión, dentro de su
sistema, de dos factores determinantes claves en la estructura del poder en la
Argentina: el ya mencionado capital extranjero y los terratenientes pampeanos.
Será esta característica, la que gravitará en forma determinante dentro de la
vida política y económica de nuestro país, aún excediendo –por momentos- los
intereses más estrechamente relacionados con la actividad en sí.
Algunos elementos históricos y teóricos
La integración económica de la Argentina al nuevo orden mundial requería
ampliar su espacio productivo, diversificar su producción según lo requerido
por la demanda externa e invertir en la infraestructura necesaria para la
activación económica de la pampa húmeda y de otras regiones que eventualmente
pudieran integrarse a dicho mercado. El modelo primario exportador adoptado por
los diferentes gobiernos, requería de importantes inversiones –la capacidad de
ahorro interno se veía menoscabada- lo que derivó en la búsqueda de capitales,
mano de obra y tecnología en los países centrales.
Nuestro país participará así, de la expansión de las inversiones de
capital que dichos países –Inglaterra y Francia principalmente- volcarán en los
periféricos, manifestada en la facilidad de créditos a los gobiernos o en
inversiones directas en transportes, comunicaciones y servicios financieros.
Esta situación colocará a la Argentina en un alto grado de dependencia del
mercado mundial y sus fluctuaciones.
Damos por sentado que, en nuestros dirigentes, primó la ortodoxia
liberal, implementando políticas fiscales y monetarias acordes con estos
objetivos.
Este trabajo está dirigido a avanzar en un territorio poco explorado,
como lo es la actuación de capitales argentinos en la industria frigorífica, en
el período comprendido entre los años 1900 y 1905, situación paradójica si
tenemos en cuenta la gravitación que ha tenido este sector en la configuración
socioeconómica de nuestro país.
Tal como lo comentamos en la introducción, este complejo siguió una
historia particular, a partir de constituirse en el origen de la
industrialización en nuestro país, elemento clave en la incorporación de la
Argentina al mercado mundial.
En cuanto a los aspectos más generales nuestro punto de partida es
concebir como objeto de investigación a una cadena agroalimentaria
estructuralmente integrada por tres eslabones fundamentales: los productores de
ganado, la industria procesadora y las instancias de la comercialización. Si
bien este trabajo intenta indagar principalmente en la participación de
capitales de origen argentino en la industria frigorífica de principios de
siglo –deteniéndonos especialmente en un proyecto en particular- procuraremos
dar cuenta de algunos elementos de su relación con los demás eslabones. Los
conflictos entre el eslabón de los productores de ganado y la industria
frigorífica, tuvieron picos de intensidad notable en distintas coyunturas
históricas, veremos que la primera década del siglo XX no fue la excepción.
Uno de los motivos que nos movilizaron a realizar este trabajo, fue el
haber descubierto un proyecto de construcción de un frigorífico a gran escala,
con capitales netamente nacionales, que databa de los inicios del año 1901, y
que por diversas causas no llegó a realizarse. Nos preguntamos por qué, si
estaban dadas todas las condiciones, a saber: existencia de materia prima para
exportar, mercados ávidos de adquirirla, una competencia aquejada por un sinfín
de problemas y una ganancia prácticamente asegurada. ¿Qué impidió a los
capitales nacionales embarcarse en este proyecto?.
Realizaremos una pequeña reseña, que abarcará los orígenes de la
industria frigorífica en nuestro país, para luego describir la situación previa
y posterior al proyecto ya señalado. Es nuestra intención el manifestar las
condiciones en las que se habría desarrollado dicho emprendimiento y la
evolución de las diferentes variables –económicas, internacionales y políticas-
hasta 1915, incluyendo la conformación de los trusts, inglés y americano.
Industria frigorífica argentina de carnes
Argentina fue el primer país que exportó a Europa carnes refrigeradas y
congeladas. Estas primeras remesas tuvieron lugar en 1877, con los vapores “Le
Frigorifique” y “Le Paraguay”, que iniciaron con éxito, respectivamente, la
preparación y transporte de la carne refrigerada y congelada según el
procedimiento de Tellier aquella y el de Jullien Carré esta última.
Una de las primeras naciones que habían utilizado el frío para la
conservación de las carnes fueron los EE-UU, en el año 1860, estableciendo
trenes rápidos entre Chicago y Nueva York, provistos de vagones de hielo para
conducir reses de novillo. En 1871 se hicieron las primeras exportaciones de
conservas desde Nueva York a Inglaterra valiéndose del frío artificial.
En Francia, en 1872, M. C. Tellier, practicó ensayos de conservación por
el frío, de carne y otros productos alimenticios. Sometió los productos a una
temperatura menor de 0º, y según el informe presentado, los conservó durante
varias semanas después a sólo 2 y 3 grados arriba de cero sin perder ninguna de
sus cualidades.
Corría 1873, después de las experiencias de Tellier, compañías inglesas
y americanas iniciaron el transporte con maquinarias perfeccionadas
(ventiladores). A bordo del vapor “Celtic”, de la “White Star Line”, se instaló
una máquina cerrada donde se hacía circular una corriente de aire frío.[1]
Cuando en nuestro país el vacuno atravesaba una de sus crisis más
significativas, al cerrarse los puertos europeos al ganado en pie, se forma una
compañía francesa dispuesta a explotar el invento de Tellier. “Le
Frigorifique”, buque de vapor designado para tal prueba, llega a Buenos Aires
en Diciembre de 1876 con carne fresca de reses muertas en Ruán tres meses
antes. Se ofreció un banquete a bordo con esas carnes, y aunque “su gusto no
era muy recomendable, se habló entusiastamente del sistema”.[2]
¿Se vería revalorizada la carne vacuna ahora?. La Sociedad Rural Argentina
reunió fondos –junto con una donación del gobierno bonaerense- para comprar un
lote de novillos y cederlos a la empresa para su viaje de retorno. Se sumaron
al lote 200 capones adquiridos por la empresa. Tras un difícil viaje, el
cargamento llegó en malas condiciones.
Al año siguiente –1817- arribó otro barco, “El Paraguay”, equipado según
el procedimiento Carré–Jullien, de congelar a – 30ºC, sistema que aseguraría un
mejor resultado. “Esta vez el consabido banquete a bordo fue más placentero,
pues la carne no tenía mal sabor”.[3] El buque
congeló para su vuelta varios miles de carneros y unas pocas reses vacunas, el
cargamento llegó bien y tuvo buenas ventas.
Faltos quizás de un mercado amplio, los capitales franceses no pudieron
usufructuar debidamente el invento, a su vez, serían capitales ingleses los que
desarrollarían el sistema, aplicándolo primero al comercio con Australia y
luego con la Argentina. El sistema triunfante congelaba la carne hasta
convertirla en un bloque de hielo, de descongelamiento lento, pero que
aseguraba la conservación por más tiempo.
El sistema Tellier equivalía al enfriado (chilled beef), con un producto
de no más de un mes y medio de vida en cámaras frigoríficas. Esta fue la
principal desventaja que le hizo perder terreno frente al sistema
Carré-Jullien.
Los primeros frigoríficos
Con el apoyo de la Sociedad Rural Argentina y del gobierno argentino
-que accede a la exención impositiva del nuevo emprendimiento- se construye en
1883 el primer frigorífico en la localidad de Campana, de la flamante “River
Plate Fresh Meat Co, Ltd.”, con un capital declarado de 200.000 libras.
Pero el primero en aprovechar las nuevas franquicias fue Eugenio Terrasón,
quien envía cargamentos con los vapores “Le Frigorifique” y “Paraguay”, que
practicaron el embarque en el Saladero “San Luis” ubicado en San Nicolás. Por
el muelle de propiedad de la misma empresa de ese saladero se embarcaron nuevos
cargamentos, en 1882 en el vapor “Teviotdale”, y en 1884, otro cargamento se
hizo en el vapor “Meath”. Es en ese mismo año, que Terrasón funda la “Compañía
argentina de carnes congeladas”.
Volviendo al primer emprendimiento, fue en 1882 que el ingeniero J.
Hunt, comisionado por el señor George W. Drabble, dueño de la
“River Plate Fresh Meat Co. Ltd.”, eligió el pueblo de Campana sobre la margen
del Paraná de Las Palmas, para instalar el primer frigorífico, no sólo de
Argentina, sino de Latinoamérica. Durante 1883 la Empresa del frigorífico envía
la primera remesa de carne a Londres (Noviembre 25), siendo también el primero
en exportar –en 1900- carne refrigerada (Chilled beef).
En 1884, Gastón Sansinena funda en Barracas (hoy Avellaneda) el
establecimiento que lleva su nombre. En 1887, los hermanos Nelson, establecen
en el paraje llamado “Las Palmas”, el frigorífico “The Las Palmas Produce Co
Ltd.”, de capital inglés. Habiéndose resuelto la liquidación de la Compañía
Argentina de Carnes Congeladas de San Nicolás, Terrasón compró en 1889 el
establecimiento, haciéndolo trabajar hasta que fue adquirido en remate público
por su acreedor, el sr Ralph Milbank Hudson, el 10 de abril de 1897, quien el
30 de noviembre del mismo año lo vendió a la empresa “The Colonial South
American Fresh Meat Co Ltd”. Desde 1898 hasta 1900 este frigorífico fue
arrendado por las tres compañías que explotaban esta industria en el país con
el objeto de tenerlo clausurado.
Estas tres compañías tuvieron que luchar con la falta de ganado apto
para frigorífico, de transportes marítimos frigoríficos, de mercado y en fin,
de experiencia en una industria que recién estaba dando sus primeros pasos. A
pesar de esto, los dividendos distribuidos por estas empresas iban avanzando
paulatinamente, desde un 5% en 1892, hasta casi un 16% en 1899. La faena de
estos establecimientos fue de relativa importancia hasta que fue votada la ley
de noviembre de 1887, como se ve en el siguiente cuadro.
Faena de los frigoríficos, 1884/1887
1884
|
1885
|
1886
|
1887
|
|||||
Carneros
|
Vacunos
|
Carneros
|
Vacunos
|
Carneros
|
Vacunos
|
Carneros
|
Vacunos
|
|
The
River Plate
|
126.118
|
28
|
183.896
|
259
|
232.831
|
821
|
247.635
|
683
|
Cía
Terrasón de S. Nicolás
|
26.487
|
-
|
121.314
|
-
|
168.718
|
-
|
210.325
|
-
|
Cía
Sansinena
|
-
|
-
|
62.935
|
40
|
100.336
|
106
|
195.337
|
-
|
Totales
|
152.605
|
28
|
368.145
|
299
|
501.885
|
927
|
653.297
|
683
|
Fuente: Anales de la Sociedad Rural Argentina, 1913, Tomo XLVI,
pág 285
La ley de 1887 tuvo por fin estimular la comercialización de carne
bovina, destinando durante tres años la suma de $ 250.000 para ser distribuida
como premio, a razón de $ 20 por cada tonelada, mientras concedía sólo $ 6 por
tonelada, o sea un total de $ 150.000 para la exportación de carne ovina.
Esta ley fue derogada al año siguiente, dando como resultado una
exportación de carne bovina congelada de escasa importancia durante los años
siguientes.
Exportación de carne congelada, 1888/1895
1888
|
1889
|
1890
|
1891
|
1892
|
1893
|
1894
|
1895
|
|
Carneros
|
743.742
|
848.277
|
970.904
|
968.695
|
1.206.406
|
1.299.605
|
1.594.367
|
2.022.650
|
Vacunos
|
727
|
2.028
|
251
|
2.213
|
2.956
|
13.026
|
934
|
5.472
|
Fuente: Anales de la Sociedad Rural Argentina, 1913, Tomo XLVI,
página 285.
Desde 1895 a 1900 la industria de congelar carnes cruzó por un período
crítico. La Compañía “The River Plate Fresh Meat Co”, tuvo grandes
pérdidas, y de no haber sido por los aportes personales del señor Drabble, esa
compañía habría desaparecido.
En 1900, el frigorífico de Campana –como ya hemos señalado- introduce
una modificación en la preparación de carnes, enviando por el vapor “Zuleika”,
el 19 de abril, una partida de 347 cuartos de novillo enfriado (Chilled
Beef) con tan excelentes resultados, que dicha técnica se generalizó más tarde
entre los diferentes establecimientos.[4]
En 1902, algunos inversores británicos, en combinación con capitales
extranjeros, financian la construcción de “The La Plata Cold Storage Company
Ltd”. Otra firma británica, la Smithfield & Argentine Meat Company,
se estableció en 1903. Las principales inversiones nacionales se limitaban así
a la Sansinena Company (1884), al Frigorífico La Blanca (1902) y al Frigorífico
Argentino (1905). Los británicos dominaban el mercado.
Los inversores ingleses y sus socios controlaban hacia 1905 las dos terceras
partes de la capacidad de congelamiento de carne en el país[5]; pero como las firmas argentinas tendían a concentrarse en el mercado
interno, las compañías extranjeras dominaban una proporción aún mayor del
negocio exportador.
Las exportaciones de carne argentina aumentaban a ritmo acelerado a
principios de siglo, cuando una serie de sucesos coincidentes cambiaron de
manera drástica el mercado mundial.
La crisis que se produjo en el mercado francés de lana desalentó a los
ganaderos argentinos a criar ovejas, muchos de los cuales optaron por criar
ganado, favorecidos por un mercado en expansión en el que la competencia
disminuía. La Guerra Boer en Sudáfrica creaba demanda para sus ejércitos, una
sequía amenazaba la cría del ganado australiano (natural competidor del
argentino), el aumento del consumo interno redujo las exportaciones
norteamericanas. Y como si todo esto no fuera aún suficiente, los puertos
británicos se cerraba a los novillos procedentes de zonas donde se propagaba la
aftosa. Para que la carne entrara en Gran Bretaña, procedente del Río de la
Plata, debía ser en forma envasada o congelada. Como resultado de la suma de
todos estos factores, la Argentina se convirtió en la fuente principal que
abastecía de carne congelada al Reino Unido.
El siguiente cuadro, contiene por su orden de formación, el nombre de
las sociedades establecidas, su capital social en 1908 y 1912 y los
establecimientos frigoríficos que poseen.
Sociedades frigoríficas establecidas (1908/1912)
Capital
social en $ oro
|
|||||||
SOCIEDADES
|
1908
|
1912
|
Frigorífico
|
Ubicación
|
|||
The River Plate Fresh Meat Co Ltd
|
2.250.000
|
2.250.000
|
Campana
(1883)
|
Buenos
Aires
|
|||
Compañía
Sansinena de carnes congeladas (1884)
|
3.000.000
|
4.500.000
|
La
Negra
Cuatreros(1903)
F.
Uruguaya (1902)
|
Id.
Id.
Uruguay
|
|||
The Las Palmas Produce Co. Ltd (1887)
|
2.500.000
|
2.500.000
|
Las
Palmas
|
Buenos
Aires
|
|||
La
Blanca, Comp. Arg. De carnes congeladas
|
1.500.000
|
1.500.000
|
La
Blanca (1903)
|
Id
|
|||
The La Plata Cold Storage Co. Ltd
|
2.005.000
|
5.000.000
|
La
Plata (1904)
Montevideo
|
Id
Uruguay
|
|||
The Smithfield & Argentine Meat Co.
|
1.000.000
|
1.250.000
|
Zárate
(1905)
|
Buenos
Aires
|
|||
S. A.
Frigorífico Argentino
|
1.250.000
|
2.000.000
|
Argentino
(1905)
|
Buenos
Aires
|
|||
-
|
2.608.607
|
Río
Gallegos
San
Julián
|
Patagonia
|
||||
Fuente: Pedro Bergés, Secretario del comité Argentino del Frío. Anales
S. R. A, 1913.
La lectura de este cuadro demuestra que las Sociedades Sansinena, La
Plata Cold Storage, The Smithfield y del Frigorífico Argentino han aumentado
desde 1908 su capital social, destacándose las dos primeras. La Compañía
Sansinena extendió sus operaciones comprando el único frigorífico en el
Uruguay, la “Frigorífica Uruguaya”.
En cuanto al desarrollo de la industria frigorífica en los países
limítrofes, será en 1904, cuando en el territorio trasandino, en la Estancia de
Punta Delgada, se inicien los trabajos de preparación de carnes congeladas. En
mayo de ese año, arriba proveniente de Inglaterra una barca de porte de 1116
toneladas, la “Hengist”, con maquinarias adecuadas para la conservación
de carnes por medio del frío.
En Uruguay, el primer establecimiento fue establecido por la Sociedad
Anónima “La Frigorífica Uruguaya”, en el año 1902. La primera faena
empezó el 22 de diciembre de 1904 y terminó el 5 de setiembre de 1905, faenando
el primer año 4051 animales bovinos y 100.432 ovinos.
Intervención de capitales estadounidenses
El Beef Trust
La Compañía Swift de Chicago llega al país con la compra, en 1907, de la
planta La Plata Cold Storage, introduciendo demandas a los ganaderos. Su
intención era la de exportar carne blanda, antes que en forma congelada.[7] Para tal fin la carne debía ser de mejor calidad, de allí provenía la
demanda hecha a los ganaderos.
Este desarrollo añadió nuevas categorías a las formas de criar el ganado
con destino al matadero. Ahora había chillers, terneros de alta calidad,
engordados en pastizales especiales de alfalfa; a los que le seguían los freezers,
engordados algunas veces, y que constituían un ítem importante del comercio
exportador.
El desarrollo de la producción de carne enfriada en Argentina, provocó
también significativos cambios en la estructura socioeconómica establecida,
estableciendo nuevos grupos de interés. Los estancieros argentinos se
dividieron en dos grupos: criadores, que criaban el ganado de alta
calidad y lo alimentaban a lo largo de la edad del destete, a los ocho o diez
meses; e invernadores, que engordaban los animales hasta que estuvieran
listos para la matanza a los dos o tres años de edad, para luego venderlos a
los frigoríficos.
Estructura general de la industria de la carne en Argentina.
Se conforman cinco grupos de interés: 1) los empresarios de los
frigoríficos, los ganaderos, eventualmente divididos en 2) criadores y 3)
invernadores; 4) los consumidores del Gran Buenos Aires, y 5) los obreros de
los frigoríficos.[8] Sus intereses económicos estaban definidos por las posiciones que
ocupaban en la industria de la carne, esquematizadas en el anterior gráfico.
La Compañía Swift, ya dueña del frigorífico “La Plata”, adquirió
en 1909 “La Blanca” y no habiendo logrado posesionarse de la “Frigorífica
Uruguaya” debido a la mayor oferta de la Cía. Sansinena, compró el saladero
Cibils de Montevideo y lo transformó en un frigorífico que empezó a
faenar el año 1912.
En 1909 se constituyó The New Patagonian Meat Preserving Co. Ltd.
Que construyó el frigorífico “Río Gallegos”. En 1912 la Compañía Swift
compró las tres cuartas partes de las acciones de aquella y empezó la
construcción de otro frigorífico en San Julián.
En 1912 el frigorífico “La Blanca” dejó de pertenecer a la Swift
Beef Company para pasar a manos de las compañías Armour y Morris que formaban
con la primera en los Estados Unidos, la National Packing Company,
sindicato demandado en 1911 por el gobierno estadounidense ante la corte del
distrito de Chicago, bajo la acusación de conspirar para limitar el comercio de
carnes.
A continuación, veremos los niveles de exportación de todos los
frigoríficos que responden a las Sociedades establecidas en el país, lo que nos
permitirá darnos cuenta de la importancia respectiva y de la influencia que han
tenido en el desarrollo de la industria dichas empresas.
Exportación de carne congelada y “Chilled beef”
Establecimientos estadounidenses
Frigorífico
|
Año
|
Chilled
beef
|
Carne
congelada
|
|
¼ de
vacunos
|
¼ de
vacunos
|
Reses
ovinas
|
||
La
Plata
|
1907
|
99.129
|
207.548
|
537.451
|
1910
|
607.941
|
241.601
|
741.722
|
|
1912
|
879.025
|
333.761
|
1.088.156
|
Frigorífico
|
Año
|
Chilled
beef
|
Carne
congelada
|
|
¼ de
vacunos
|
¼ de
vacunos
|
Reses
ovinas
|
||
La
Blanca
|
1907
|
106.941
|
185.352
|
51.309
|
1910
|
272.743
|
156.434
|
346.132
|
|
1912
|
437.072
|
94.499
|
373.295
|
Frigorífico
|
Año
|
Chilled
beef
|
Carne
congelada
|
|
¼ de
vacunos
|
¼ de
vacunos
|
Reses
ovinas
|
||
Río
Gallegos
|
1912
|
-
|
-
|
90.070
|
1913
|
-
|
-
|
215.637
|
Establecimientos argentinos
Frigorífico
|
Año
|
Chilled
beef
|
Carne
congelada
|
|
¼ de
vacunos
|
¼ de
vacunos
|
Reses
ovinas
|
||
La
Negra y Cuatreros
|
1907
|
85.882
|
237.821
|
812.624
|
1910
|
118.895
|
207.020
|
716.583
|
|
1912
|
161.640
|
310.847
|
719.767
|
Frigorífico
|
Año
|
Chilled
beef
|
Carne
congelada
|
|
¼ de
vacunos
|
¼ de
vacunos
|
Reses
ovinas
|
||
Argentino
|
1907
|
-
|
101.792
|
261.335
|
1910
|
75.254
|
155.516
|
218.983
|
|
1912
|
145.731
|
206.174
|
161.572
|
Establecimientos ingleses
Frigorífico
|
Años
|
Chilled
beef
|
Carne
congelada
|
|
¼ de
vacunos
|
¼ de
vacunos
|
Reses
ovinas
|
||
Campana
|
1907
|
128.359
|
221.009
|
419.186
|
1910
|
241.283
|
285.674
|
466.402
|
|
1912
|
237.338
|
371.339
|
261.166
|
Frigorífico
|
Años
|
Chilled
beef
|
Carne
congelada
|
|
¼ de
vacunos
|
¼ de
vacunos
|
Reses
ovinas
|
||
Las
Palmas
|
1907
|
28.627
|
255.797
|
669.325
|
1910
|
203.049
|
132.508
|
350.778
|
|
1912
|
249.346
|
322.674
|
303.930
|
Frigorífico
|
Años
|
Chilled
beef
|
Carne
congelada
|
|
¼ de
vacunos
|
¼ de
vacunos
|
Reses
ovinas
|
||
Zárate
|
1907
|
40.675
|
118.041
|
84.679
|
1910
|
89.443
|
112.261
|
3.076
|
|
1912
|
159.322
|
213.998
|
47.409
|
Totales
Años
|
¼ de
vacunos chilled
|
¼ de
vacunos congelados
|
Diferencia
a favor de la carne
|
||
Congelada
|
Chilled
|
||||
Totales
|
1907
|
489.613
|
1.403.835
|
914.222
|
|
1908
|
189.348
|
1.579.163
|
789.815
|
||
1909
|
1.071.474
|
1.615.888
|
544.414
|
||
1910
|
1.608.608
|
1.434.078
|
174.530
|
||
1911
|
2.131.791
|
1.693.494
|
438.927
|
||
1912
|
2.269.474
|
2.086.780
|
182.694
|
Fuente: Elaboración propia, basado en estadísticas en Anales de la
Sociedad Rural Argentina, 1913.
De la lectura de los cuadros que anteceden, puede deducirse que la
aparición de los capitales estadounidenses es coincidente con una mayor faena
del ganado bovino. Este aumento de la faena, se hace más notorio, habida cuenta
que en 1906, los frigoríficos anglo-argentinos resolvieron disminuir la matanza
de 1907 en un 10% sobre la del año anterior.
Esta disminución se debía a un exceso de exportación que se había
realizado en 1906, lo que había disminuido las ganancias.[9] El ingreso de los capitales de la Swift, en 1907 y 1908, y su aumento
en la faena, arrastró a los demás frigoríficos, alcanzando la exportación a
2.368.511 cuartos (ver cuadro anterior).
El acuerdo llevado a cabo por los frigoríficos anglo-argentinos para
limitar la faena, mereció la siguiente reflexión del entonces Ministro de
Agricultura: Se crearon entonces todos estos establecimientos que hoy
conocemos ordinariamente con el nombre de frigoríficos anglo-argentinos, y sea
expresa o tácitamente ellos establecieron una especie de modus vivendi, casi un
trust, para poder realizar sus operaciones con beneficio positivo, y fijaron un
límite máximo al precio de los novillos; y entonces nuestros novillos nunca
pasaron del precio de 80, 90, y excepcionalmente 100 pesos.”[10]
La intervención de la Compañía Swift impidió la continuación de estos
planes y en 1910 se pagaron los novillos por algunos de los primitivos
establecimientos en un término medio de 125 pesos por cabeza.
Este trust anglo-argentino, dio paso a otro de origen
estadounidense, que resultó tanto o aún más pernicioso, para los intereses de
nuestro país, que el anterior. Esta competencia culminó en el 2º semestre del
año 1911, cuando los establecimientos anglo-argentinos cedieron a las
imposiciones de los americanos y firmaron un convenio por el cual durante el
año 1912, hasta abril de 1913, se distribuía la cantidad de “chilled beef” que
debía exportarse en el año por cada uno de los grupos competidores.
Al grupo norteamericano correspondió el 41,35 % del total de embarques,
contra 40,15 para los ingleses y sólo 18,50% para los argentinos.[11]
Es así que los norteamericanos después de haber exportado en 1911, en
libre competencia, el 66% de la producción total de “chilled beef”, redujeron
en 1912 sus envíos al 58% con respecto al año anterior. Pero resultó que, al
cumplirse el tiempo pactado, la Compañía La Blanca notificó a los demás
establecimientos que para renovar el convenio quería tener derecho a un 50% más
de la parte que le fue asignada en 1912 (655.608 cuartos en lugar de 437.072
que había exportado). Habiéndosele ofrecido un 10% de aumento,[12] el frigorífico no aceptó, emprendiendo la exportación ilimitada,
determinando la baja de la carne en el mercado inglés y un nuevo aumento en la
faena (54.634 animales más). Luego de una año de lucha, triunfaron nuevamente
los norteamericanos, logrando una cuota del 58,50%, a costa de ingleses y
argentinos, cuyos porcentuales bajaron a 29,64 y 11,86 respectivamente. La
mayor cuota se explica en función de mayor capacidad instalada, por compra o
construcción de más frigoríficos.[13]
Procedimientos empleados por los frigoríficos anglo-argentinos antes de
1908.
Es un principio común a todos los industriales, alcanzar los mayores
beneficios suprimiendo la competencia en cualquiera de sus manifestaciones. Los
exportadores de carnes conservadas en frío han utilizado este procedimiento
desde mucho tiempo antes de la llegada de los capitales estadounidenses.
En 1898, las tres compañías existentes en ese entonces en nuestro
territorio[14], para evitar la posible competencia que podría resultar de la compra
del frigorífico de San Nicolás –que acababa de suspender sus faenas- por
alguna nueva compañía, “resolvieron arrendarlo y mantenerlo cerrado por un
período de cinco años, pagando una renta equivalente al 15%, sobre un capital
de 40.000 libras, o sea, 30.000 pesos oro por año, o sea, para el quinquenio la
suma de 150.000 pesos oro.”[15]
Esta “operación comercial” les dejó libre el mercado hasta el año 1903,
fecha en que fue abierto el frigorífico “La Blanca”, poniendo a su merced todo
el ganado disponible, ya que debemos recordar que desde febrero de 1900 el
gobierno inglés había clausurado los puertos al ganado en pie argentino ante un
brote de aftosa en el país. “La Blanca” empezó su faena en junio de 1903, por
lo que estos tres frigoríficos tuvieron completa libertad durante cuatro años.
Fue durante esa época, en la que una de esas compañías, con un capital
de dos millones de pesos oro, distribuyó a los poseedores de las acciones
ordinarias, 16% de dividendo en 1899, 25% en 1900, 68% en 1901, y después de
haber aumentado el capital social en un millón, repartió en 1902, 50% de
dividendo que sólo representaba el 86% de las ganancias.[16]
Los grandes dividendos obtenidos, atrajeron la atención de capitalistas
ingleses, los que fundaron sucesivamente las sociedades “La Plata Cold
Storage”, “Argentino” y “The Smithfield and Argentine Meat Co Ltd”. La
competencia desatada y la falta de preparación del mercado inglés para absorber
una exportación tan considerable, determinaron dificultades comerciales que
dieron lugar al convenio citado anteriormente.
Clausura del mercado inglés, ¿hora de los capitales nacionales?
A inicios del año 1900, se produjo la clausura de los puertos ingleses y
franceses para el ganado argentino debido a un brote de aftosa. Esto provocó un
grave problema a los ganaderos argentinos: o el estancamiento de los productos
vivos y su consiguiente desvalorización, o el establecimiento de frigoríficos
que exporten carnes congeladas, ante la imposibilidad de exportar ganado en
pie.
En un primer momento, se pensó que la clausura era transitoria. Intensas
gestiones llevó a cabo el gobierno argentino a fin de obtener la reapertura de
los puertos ingleses. El gobierno inglés consideró que “sería prematuro deducir
que la aftosa haya desaparecido por completo, a pesar de las averiguaciones más
minuciosas posibles, y que es necesario dejar pasar un plazo de tiempo aún
mayor antes que se pueda deducir con seguridad que la condición sanitaria
del ganado en esta República, está en situación tal que proporcione razonablemente
seguridad contra la importación en el Reino Unido de animales atacados con
fiebre aftosa”.[17]
Se entiende claramente, que la clausura iba a ser mantenida por un plazo
indefinido, hasta tanto no se convencieran por sus propios medios, de
que no habría fiebre aftosa en la República Argentina.
Recordemos que el mercado inglés era de vital importancia para la
hacienda argentina, y que además, existían sólo tres frigoríficos en el país, a
diferencia de Nueva Zelanda y Australia, que contaban -hacia 1896- con 16 y 40
frigoríficos respectivamente.
Ganado y establecimientos frigoríficos hacia 1896
País
|
Vacunos
|
Lanares
|
Frigoríficos
|
Australia
|
12.632.000
|
99.000.000
|
40
|
Nueva
Zelandia
|
830.000
|
18.000.000
|
16
|
Argentina
|
25.000.000
|
130.000.000
|
3
|
Fuente: Elaboración propia, en base a datos obtenidos en: Anales de
la S. Rural Argentina, 1901.
Encontramos dos puntos fuera de discusión: la conveniencia de establecer
frigoríficos y la capacidad ganadera argentina para darles un próspero
desarrollo. ¿Serán suficientes para cristalizar la idea? ¿se reunirán los
capitales necesarios para la obra? ¿estaremos nuevamente a merced de intereses
foráneos?.
Hacia principios de siglo, El economista argentino no auguraba un
feliz futuro para el emprendimiento. No cree que los hacendados puedan formar
empresas, porque en líneas generales, están acostumbrados a operar auxiliados
por el crédito, y en cuanto a los de más desahogo, los define como “tan
ignorantes como egoístas, faltos del elemento altruista que podría llevarlos a
fomentar por patriotismo el desarrollo de industrias como de la que se trata,
ni aún cuando comprendan que participarían de las ventajas que ello traería.
Pensar siquiera, que las clases que entre nosotros economizan vayan a colocar
su dinero en esa forma, es verdaderamente utópico”.[18]
Las grandes fortunas argentinas que permitieron que fuera el ferrocarril
de Buenos Aires a poder de manos extranjeras, ¿auxiliarán a la industria
ganadera?. Mientras tanto, las tres compañías existentes, formaron un trust de
completo acuerdo, ellas fijan los precios y manejan las adquisiciones y la
demanda con excesiva usura. Los novillos de 100 y 120 pesos moneda nacional son
adquiridos por ellos de 60 a 90 pesos como máximo, y los criadores o
invernadores que ven próximo el invierno, se ven obligados a enajenar su ganado
a los frigoríficos, a precios muy inferiores al valor real.[19]
La clausura de los puertos a las haciendas vivas y la limitación de
establecimientos frigoríficos facilitó el monopolio. Obviamente esta situación
no podía perpetuarse en el tiempo, se imponía la lógica que nuevos frigoríficos
debían aparecer. ¿Cómo reaccionaban los capitalistas nacionales ante esta
demanda del mercado?. El 16 de febrero de 1901, un grupo selecto de hacendados
de la provincia de Santa Fe, enviaron una carta al doctor Carlos Pellegrini, en
la que le solicitaban su mediación ante los capitalistas europeos, con el fin
de conseguir la instalación en esa provincia, de un establecimiento frigorífico
para exportar carnes. “No tenemos capitales para plantear el espléndido
negocio de una fábrica de carne en nuestra provincia, porque nuestros recursos
están invertidos en campos y en hacienda, contribuyendo así al desarrollo de la
riqueza del país”.[20]
En pocas oportunidades como en esta, pudo colocarse el capital argentino
en condiciones más productivas, teniendo en cuenta que los frigoríficos van a
adquirir a bajo precio las haciendas, y sus productos se cotizarán en Europa a
tipos más elevados que antes. Aún así, ¡se le pide al gobierno que traiga
capitales del exterior! Ni siquiera se intentó buscar el capital en el país,
considerándose ilusoria toda tentativa, supeditándose toda actividad, a la
espera del capital inglés, que se mantenía en expectativa de los sucesos de
Sudáfrica (la Guerra Boer). Era “imposible de encontrar entre nosotros el
espíritu de asociación, que supliera la contribución de grandes fortunas”.[21]
Se agrega en la carta, que el gobierno provincial exonerará por ley todo
impuesto, a los establecimientos industriales de ese género que se plantearen,
por el término de 10 años. Y si los capitalistas, a pesar de esa ventaja y las
perspectivas expuestas flaquearan, no sería dudoso que el gobierno garantizara
un interés dado sobre el capital con que se implantara el frigorífico en
cuestión!.[22]¿Podían pedir más?.
Proyecto del Frigorífico Argentino
El panorama pareció modificarse en abril de 1901, cuando un grupo de
estancieros, tienen la feliz iniciativa de fundar, con capitales propios y
dentro del gremio, un establecimiento de carne congelada. Se conformó a tal
efecto una comisión directiva, conformada por:
Presidente: Angel T. de Alvear
Vice 1º: Ricardo Lavalle
Vice 2º: E. V. Bunge
Tesorero: R. J. Runciman
Secretario: Llovet, José M.
Vocales: M. Correa Morales
Saturnino J. Unzué
Domingo Ayarragaray
C. Basavilbaso
J. M. Ocampo
El terreno para tal emprendimiento, a pesar de diferentes ofrecimientos,
aún no había sido determinado; en cuanto a la maquinaria, ésta iba a ser
encargada a los Estados Unidos. La suma subscripta, alcanzaba a 1.460.000 pesos
nacionales, siendo el objetivo llegar a los 2 o 3 millones de pesos. A tal
efecto, la comisión formada se dirigió a todos los estancieros, enviándoles las
condiciones de la subscripción.
El detalle de las suscripciones es el siguiente:
Suscriptores de $ 50.000 : Angel T. de Alvear, Juan A. Fernandez, Mariano, Unzué, Carlos Casares,
Saturnino Unzué, Félix de Alzaga, Manuel Aguirre, Belloq y Durañona.
Suscriptores de $ 40.000: Sucesión Leonardo Pereyra.
Suscriptores de $ 30.000: Norberto Quirno Pizarro e hijos, Juan Shaw Hnos, y Federico Leloir.
Suscriptores de $ 25.000: Santos Unzué y José Pacheco.
Suscriptpres de $ 20.000: Carlos Basavilbaso, M. Correa Morales, Emilio Bunge, Guillermo Udaondo,
Alfredo Demarchi, Celedonio Pereda, Plácido Marín, Anchorena Hnos, Urquiza
Hnos, Ricardo Lavalle, Cecilio López, Roberto Cano, Cte. Alfredo de Urquiza,
Edmundo Perkins, Manuel Guerrico, Manuel Cobo, José y Narciso Ocampo.
Suscriptores de $ 10.000: Julio A. Roca, Exequiel Barrenechea, Máximo Fernández, Herrera Vega e
hijos, Emilio Casares, R. I. Runciman, Domingo Ayarragaray, P. Senillosa,
Camilo de Alvear, Jorge Bell, Juan Videla, Lázaro Repetto, Arturo Robbio, Juan
Cano, José de Apellániz, Alfredo Cernadas, Natalio Cernadas, Patricio Ham,
Benito Villanueva, Teodoro Serantes, J. Crotto e hijos, A. P del Carril.
Suscriptores de $ 6.000: Manuel Udaondo, G. Frederking, Alberto Oostendorp, William Bertrand.
Suscriptores de $ 5.000: Juan peña, Carlos Guerrero, Ramón Cárcano, Dr. Quirno Costa, Manuel
Arotea, Atanasio Ceballos, juan Cañas, Llobet y Acosta, Francisco Nocetti,
Agustín Roca, Terrero y Lanús, Manuel Güiraldes, Guillermo Arning, Emilio
Lamarca, Juan Hughes, López Lecube, Gregorio Villafañe, Jorge y Tomás Collet,
Federico A. de Toledo, Francisco Serantes, señora viuda de Anasagasti, Benito
Martinez, José M. Mendez, Andrés F. Llobet, P. Christophersen, P. B. Allardice,
Jiménez Paz, Bullrich y Cía., Castro, E. Healy, José E. Mendisco.[23]
Encontramos en esta lista a lo más granado de la sociedad patricia,
apellidos ilustres, pertenecientes a funcionarios del gobierno, o a algunos que
llegarán a serlo; hacendados de cuantiosas fortunas amasadas a la sombra de
políticas nacionales que favorecieron su crecimiento y desarrollo durante gran
parte del siglo anterior; importantes empresarios del rubro inmobiliario,
saladeril y ganadero. Todos componentes de la oligarquía terrateniente que
dirigió los destinos del país y marcó su curso, desde los albores de la
organización nacional. Aristócratas de clase alta, la mayoría eran miembros de
la Sociedad Rural Argentina, institución que representaba los intereses
de los estancieros, y que “algunos sabios de la hora actual alegan que
gobernó a la Argentina pre-peronista, a la vez que sus defensores sostienen que
su propósito era puramente apolítico”.[24] Funcionarios gubernamentales claves –incluyendo
al presidente de la Nación y al Ministro de Agricultura- fueron cooptados por
la esta sociedad, que sin duda buscaba granjearse la buena voluntad de los
gobernantes de turno.
Podemos deducir además, que el concurso de capitales argentinos no era
una tarea imposible o utópica, como expresaban anteriormente los hacendados
santafesinos. ¿Por qué resultaba tan difícil reunirlos?.
No todas eran rosas. A pesar de las ventajas observadas, el del
frigorífico era un negocio complicado. Se necesitaban grandes cantidades de
dinero para construir una planta: hacia fines del siglo XIX se requerían no
menos de 200.000 libras[25], con un costo de mantenimiento y personal también considerable. Esto
dejaba en el camino a los pequeños empresarios, pero una asociación de
accionistas como la citada, era posible.
Se frustra el proyecto
Poco tiempo había pasado, y algunas certezas se iban develando. El lugar
elegido para el emprendimiento era La Plata y todo parecía ir bien encaminado.
Sin embargo, a principios de abril de 1901, la prensa se hacía eco del rumor
del fracaso de la gestión.[26] Encontramos la confirmación de la noticia en una nota aparecida en los Anales
de la S. R. A.
“Consignamos con patriótico pesar, la noticia de que está a punto de
disolverse la sociedad constituida para establecer un frigorífico, el que se
llamó primeramente de los “Hacendados” y que después tomó el nombre de
Frigorífico Argentino, – a causa de que… el capital argentino no quiere
comprometerse en la empresa (…) era una exigencia de la industria, una
necesidad nacional (…) la idea era patriótica y práctica (…) auspiciada
calurosamente por las asociaciones rurales, por la prensa y por un grupo respetable
de hacendados, parecía destinada a realizarse en breve plazo; pero dícese ahora
que numerosos accionistas, temerosos de no se que fantasmas, se niegan a abonar
las cuotas correspondientes a sus acciones, lo que impide que la sociedad
adquiera el terreno ya elegido, se mata la idea en el camino…”[27]
Algunas conclusiones
Entendemos que no fue una, sino varias las causas por las que los
capitalistas argentinos, no se involucraron decididamente en la industria
frigorífica hacia principios del siglo XX, a pesar de todas las ventajas
comparativas que ya hemos señalado.
q Tradicional y circustancialmente, los hacendados argentinos nunca
tendieron hacia la cohesión o la cooperación. La solitaria vida rural conformó
en ellos un carácter independiente, social y económicamente. Su individualismo
se vió reforzado por una sorprendente prosperidad coyuntural, la que determinó,
en alguna medida, que la acción colectiva pareciera innecesaria.
q Siguiendo los ideales del progreso económico, se creyó que se
servía a los intereses de la nación –y a los de la clase dirigente- el ofrecer
al capital extranjero la posibilidad de realizar inversiones productivas en el
país. No creían atentatorio contra la soberanía la entrega de la riqueza
nacional, y si “alguna duda se planteaba, salvaba los últimos escrúpulos la
certeza de que la aventura contribuía a beneficiar sus propios intereses de
clase”.[28]
q La llegada del capital extranjero, se vió facilitada por un marco
internacional, en el que Argentina participó de la expansión de las
inversiones de capital que los países centrales volcaron en los periféricos.
q La política oficial, favorecía con su inacción, el despliegue
de los frigoríficos extranjeros y la conformación de trusts y pools
(angloargentinos en una primera etapa, y estadounidenses en la siguiente). El
Ministro de Agricultura argentino decía en 1913: “…el señor Presidente de la
Nación opinaba que era necesario ante todo respetar la libertad de industria y
de comercio (…) sería completamente ilegítimo y contrario a los intereses de la
nación entorpecer la acción de capitales extranjeros tan valiosos, que han
concurrido al país (…) el interés de los capitales ingleses o americanos,
afectados a esta industria de la carne en el país y que nosotros, por razones
diversas, tenemos la mayor conveniencia, y podría decirse, la más suprema
obligación de defender”.[29]
q ¿Resultaba lógico esperar otra actitud de los capitalistas
argentinos?, ¿han actuado de otra manera a lo largo de nuestra historia?.
Creemos que no, la conformación económica de nuestro país, obedeció a dogmas
que no daban lugar a la iniciativa local (privada o estatal), Argentina pasó a
ocupar así, su lugar en el mundo, cumplimentando las economías de los países
centrales.
Nuestra historia reciente está plagada de ejemplos. Otro pudo haber sido
nuestro presente si así no hubiera sucedido.
[1] Las paredes de esta cámara estaban compuestas de tres tabiques de
madera, recubiertos en sus caras con papel alquitranado. Entre dos de estos
tabiques existía un espacio vacío. Un depósito de hielo colocado al costado
recibía 50 toneladas de hielo por cada 60 toneladas de carne a enfriar. Por
medio de un ventilador se envía el aire frío del hielo a as cámaras, que
entraba por la parte superior y salía por la inferior, manteniendo la cámara a
dos grados sobre cero. (Juan Richelet, “Conservación de carnes por frío”, en Anales
de la S. R. A, Año XLIII, Volumen LXIII).
[2] GIBERTI, Horacio C. E. “Historia económica de la ganadería argentina”,
Cap VI, El Frigorífico, pág 169.
[3] IBIDEM, página 170.
[4] En 1902 “La Negra”, en 1903 “Las Palmas”, en 1904 “La Plata Cold
Storage” y en 1905 los demás. Richelet Juan, Op. Cit. Anales de la Sociedad
Rural Argentina. Página 59.
[5] SMITH, Peter. “Carne y política en la Argentina” Capítulo 2, página 42.
[6] Sociedad perteneciente a “The La Plata Cold Storage”.
[7] Refrigerada a 28º-30ª Farenheit, la carne enfriada era más perecedera,
pero su gusto era muy superior.
[8] SMITH, Peter. Op. Cit. Página 47.
[9] Efectivamente, en 1906 se exportaron 2.036.048 cuartos de vacuno
congelados y “chilled”, y en 1907 la exportación fue sólo de 1.893.448 cuartos,
con una matanza inferior en un 10% a la del año anterior. BERGÉS, Pedro. Anales
de la S. R. A. Op. Cit. Página 250.
[10] DIARIO DE SESIONES DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS. SESIONES ORDINARIAS.
Reunión Nº 26, pág 312. Declaración del Ministro de Agricultura en la Sesión de
la Cámara de Diputados de junio 25 de 1913, al contestar la interpelación del
Diputado Nacional Don J. J. Atencio, sobre el “Trust de Carnes”.
[11] GIBERTI, Horacio. Op. Cit. Pág. 200.
[12] BERGÉS, Pedro. Anales de la S. R. A. Año 1913. Op. Cit. Página
252.
[13] GIBERTI, Horacio. Op. Cit. Pág 200.
[14] “The river Plate Fresh Meat”, “Sansinema de Carnes Congeladas” y “Las
Palmas Produce”.
[15] Ibídem, página 252.
[16] “Manual de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires”, 1912, citado por
Bergés, Pedro, Ibídem.
[17] ANALES DE LA S. R. A. Vol. XXXVI, Nº 1; 31 de enero de 1901.
[18] El Economista Argentino, citado por Anales S. R. A. Ibídem, pág. 76.
[19] DIARIO EL PAÍS, 23 de marzo de 1901, pág. 5.
[20] Ibídem, pág. 6.
[21] DIARIO EL PAÍS, Marzo 4 de 1901, pág. 5.
[22] Ibídem, pág. 6.
[23] ANALES DE LA S. R. A. Enero de 1901, Op. Cit. Pág. 158 y 159.
[24] SMITH, Peter. Op. Cit. Pág. 54.
[25] Ibídem, pág. 48.
[26] LA NACIÓN, 9 de abril de 1901, pág. 3.
[27] ANALES DE LA SOCIEDAD RURAL ARGENTINA. Vol. XXXVI. 1901. Op. Cit. Pág.
272.
[28] ROMERO, José Luis. “Las ideas políticas en Argentina”, página 188.
[29] SESIONES DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS. Sesiones ordinarias, junio 25 de
1913.
Por Alejandro Héctor
Justiparán y Leandro Pueyo, disponible en
http://www.siemprehistoria.com.ar/.
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