10.10.2011

HISTORIA DE LA CONSERVACION DE LA NATURALEZA


Durante la mayor parte de su historia, la especie humana ha vivido de la caza y la recolección de alimentos silvestres. Los escasos pueblos que todavía hoy tienen una asociación total con la naturaleza sin apenas influencias externas, demuestran que la relación cazador-presa es absolutamente benigna. Es evidente que las personas adquieren y pasan por tradición una cantidad notable de conocimientos acerca de las plantas y animales de quienes dependen.

Muchos avances en medicina moderna, por ejemplo, han venido de la observación de una gran variedad de culturas tribales en los usos terapéuticos de muchas plantas salvajes. De cualquier forma, es sabido que en los tiempos prehistóricos los humanos modificaron su ambiente natural. Muchas áreas de prado por todas partes del mundo, han surgido a causa del fuego que se utilizaba en la ayuda a la caza, o simplemente para adaptar la vegetación a sus necesidades.

La presión sobre el ambiente natural de las civilizaciones urbanas

En los primeros tiempos la caza y recolección silvestre contribuyeron al exterminio de algunas especies vegetales y animales, aunque éstas parecen haber sido más una excepción que una práctica habitual. En general, en su época más temprana, la humanidad vivió en un equilibrio estable con el ambiente natural, por ninguna otra razón más que la propia necesidad; si hubieran causado daños serios no habrían podido sobrevivir.

La agricultura se ha practicado solo durante los últimos 10.000 - 12.000 años, y la civilización urbana desde los últimos 6.000. Con la vida urbana llegó la presión sobre el ambiente natural y las tierras agrícolas. En zonas asiáticas con agricultura occidental existen evidencias muy extendidas de erosión de la tierra en tiempos antiguos. A la destrucción de la vegetación y el manto cobertor, siguieron los desiertos tras el levantamiento de las primeras civilizaciones en muchas áreas del Medio Este y África del Norte.

La práctica de la conservación en las antiguas civilizaciones

Realmente, la práctica de la conservación se desarrolló en las civilizaciones más tempranas. La religión ha tenido parte de protagonismo. Tabúes religiosos permitieron que determinadas especies animales y vegetales fueran protegidas. Asimismo, las sanciones religiosas previnieron la destrucción de muchos bosques y montañas sagradas. La Biblia está llena de referencias al uso de la tierra, y formas de gobierno de los recursos que tenían funciones de conservación.

El uso de fertilizante orgánico para mantener la fertilidad de la tierra, se halla entre la práctica de muchos pueblos primitivos, y ha tenido una larga historia en la agricultura occidental. Civilizaciones tales como los Inca o los Phoenicians desarrollaron sofisticadas técnicas de sostenimiento de tierras en laderas, y de prevención de la erosión, haciendo más eficaz el uso del agua para riego. Las primeras civilizaciones también mostraron evidencias de creación de reservas o parques para proteger la fauna o áreas naturales.

La acumulación de la experiencia humana llevó a un incremento legítimo en la práctica de los usos de la tierra. Evidencias que se hallan recogidos en escritos de la agricultura romana y, más tarde, sobre las técnicas de riego de campos y jardines desarrollados durante la cultura musulmana.

La visión de la naturaleza salvaje en los tiempos preindustriales

Los paisajes agrícolas preindustriales de Europa Occidental, Japón y China, reflejan una gran habilidad en la conservación de recursos naturales. El regadío de tierras en el valle del Nilo, o las fecundas producciones en tierras volcánicas del sudeste asiático a lo largo de cientos de años, demuestran esa capacidad.

De todas formas, en los tiempos preindustriales la preocupación por la naturaleza salvaje no estaba extendida, principalmente porque se observaba ésta como vasta e inagotable. Esta visión era errónea porque los 500 millones de personas que habitaban el mundo e 1600, no disponían de las fuentes de energía y maquinaria para efectuar un gran cambio medioambiental.

Las malas prácticas sobre el ambiente natural durante los periodos de colonización

Comenzando con el viaje del descubrimiento en el siglo XV, se extendió la influencia de la cultura europea por el mundo. Los europeos del siglo XVII se equiparon con nuevas y poderosas tecnologías, y una creciente habilidad para modificar grandes áreas de la tierra y dominar otros pueblos menos agresivos.

Durante esos periodos las actitudes de los exploradores y colonos se orientaron al inmediato engrandecimiento personal, la productividad de las tierras colonizadas, y una preocupación por extender las expectativas de sus propias vidas.

La erosión de las tierras y la destrucción de la vegetación natural y la fauna, acompañaron a la colonización europea de las Américas, Australia y África. No obstante, durante los primeros periodos se promovían ideas y prácticas sobre la conservación.

La conservación del bosque, por ejemplo, se desarrolló a principios del siglo XVII en Inglaterra y Francia, en parte a causa de la desaparición de bosques naturales, como resultado de la demanda creciente de madera para uso como combustible industrial.

Las dramáticas consecuencias medioambientales por las actividades agrícolas y cinegéticas del siglo XIX

Tan temprano como en el siglo XVIII, en América del Norte un hombre como Tomás Jefferson ya tenía importantes ideas y preocupación por el desarrollo de la fauna. El siglo XIX, de cualquier modo, dio testimonio de inusuales y severas depredaciones medioambientales.

En Australia, por ejemplo, se permitió el aumento desmedido de las poblaciones de ganado, más allá de lo que el forraje natural para su alimentación podía apoyar. Aunque millones de animales murieron durante periodos de sequía, el proceso de sobrecarga de los límites de la tierra se llevó a tal grado, que todavía en la actualidad no se ha recobrado. En África del Sur fueron cazados muchos animales hasta la extinción, y los mamíferos más grandes quedaron reducidos a muy pocos, poniendo en peligro su supervivencia.

Pero en América del Norte el cambio era más dramático. Las grandes manadas de animales que habitaban las llanuras y praderas, tales como bisontes, alces, antílopes y ciervos, desaparecieron o fueron reducidos a unos pocos a manos de los cazadores. Igualmente, se exterminaron muchas aves y grandes rapaces, y otros animales como variedades de oso pardo, puma y lobo llegaron a quedar extintos.

Los fuegos amenazaron hermosos bosques en Nueva Inglaterra y las proximidades de los Estados de los grandes lagos y el Sur. Muchos prados quedaron asolados, y en áreas de California la vegetación nativa fue eliminada en la mayoría de especies y reemplazada por otras de origen europeo y asiático. Plantas nativas y especies animales quedaron erradicados y ocupados su hábitat por invasores exóticos.

En contraste, grandes áreas de Europa y Asia quedaron mucho menos marcadas, como resultado de haber persistido la orientación hacia la conservación y utilización prudente de las tierras

Se podía predecir que los movimientos modernos de conservación tendrían sus principios, no en las tierras del Viejo Mundo, sino en las áreas del Nuevo Mundo, donde dentro de la memoria de una sola generación existía un extremo cambio en el paisaje y la abundancia de la fauna. La reacción a la destrucción de los recursos naturales en esos lugares precipitó la formación y crecimiento del movimiento de conservación.

Obras y personajes que despertaron el interés por la conservación

Tan temprano como en 1882, George Catlin, un autor y artista estadounidense, fue el primero en proponer la idea de parques nacionales rodeados de áreas mayores, en que los indios y la naturaleza salvaje podían guardarse conjuntamente.

En la misma época, el botánico Guillermo Bartram y el ornitólogo John James Audubon despertaban un interés en la fauna y su conservación. Un poco más tarde, los escritores Ralph Waldo Emerson y Enrique David Thoreau, presentaron potentes argumentos acerca de la importancia de la supervivencia continuada de la naturaleza salvaje, para el bienestar psicológico de la humanidad.

Thoreau llegó a ser uno de los primeros defensores de la conservación del desierto. El primer libro sobre conservación "hombre y naturaleza", por George Perkins, apareció en 1860. En los mismos periodos el autor y naturalista John Muir establecido en California fue también uno de los principales valedores de la preservación del desierto.

En 1872, el Congreso de Estados Unidos proclamó el parque nacional de Yellowstone, región de Wyoming, estableciendo también en los primeros momentos un importante papel al gobierno en la protección y administración de esas áreas.

Los movimientos "conservacionistas" y "preservacionistas"

En 1891 se proclamaron las primeras reservas de bosques en Estados Unidos, precursores del sistema de bosques nacionales, en el área alrededor del parque nacional de Yellowstone.

El movimiento de conservación que se produjo a nivel nacional le debe mucho al Presidente Theodore Roosevelt y sus consejeros inmediatos. Gifford Pinchot fue el primero en utilizar el término "conservación", tan común en el contexto presente. Pinchot llegó a ser el jefe del programa de bosques nacionales, y junto con Roosevelt defendieron la conservación pero con una utilidad adecuada "uso sabio".

Pinchot y Roosevelt entraron en conflicto con representantes de otra escuela de pensamiento llamados preservacionistas, y representados por John Muir, acerca de la construcción de un dique en el Cañón del Río Tuolumne en el Parque Nacional de Yosemite, con objeto de proveer suministro de agua a San Francisco.
La filosofía de Roosevelt y Pinchot prevalecieron y se construyó el dique, pero las ideas de Jhon Muir pervivieron con el prestigioso Sierra Club, de quien fue fundador.

El papel de los gobiernos en la conservación

La historia reciente de la conservación ha estado marcada por una gran expansión de los papeles de los gobiernos en la protección del ambiente, y por un crecimiento del interés público en el apoyo a esos procesos. Parques Nacionales, especializaciones en la preservación de la naturaleza salvaje, provisión de espacios de recreo al aire libre, así como una atención especial a las reservas y al uso de los múltiples recursos salvajes de la Tierra, han crecido rápidamente.

En Estados Unidos la conservación de la fauna llegó a ser una causa de interés nacional, llevando al establecimiento de un ambicioso sistema de refugios para los animales, y de restauración gradual de las especies más salvajes, que alcanzó en algunos casos a exceder su abundancia primitiva. De todas formas, en tierras privadas y otras de dominio público, o bajo jurisdicción del gobierno pero que no estaban consideradas como reservas, parques o refugios, continuó produciéndose un deterioro continuo.

En 1930 se reconocieron los desastres producidos en muchas tierras de dominio público, donde el exterminio de fauna salvaje era un hecho incontestable. El Gobierno de Estados Unidos decidió entonces la intervención federal para establecer planes de conservación en tierras públicas, además de un control sobre las privadas para el desarrollo de actividades apropiadas y respetuosas con el entorno.

Las ideas sobre la conservación se extendieron rápidamente, sobre todo en países que habían experimentado un súbito cambio medioambiental; alrededor de 1920 ya existían parques nacionales en todos los continentes.

En 1924 la Unión Soviética estableció el primero del que sería su sistema extensivo de reservas naturales (Zapovedniki). La conservación de las zonas de bosque que tuvo sus orígenes en Europa y amplia práctica en Estados Unidos, llegó igualmente a ser muy aceptado por todas partes del mundo.

La base científica para el uso de tierras salvajes con fines de sostener producciones de forraje para el ganado, se estableció en los bosques nacionales de Estados Unidos en 1913, y pronto se extendió a otros países. Aldo Leopold en Estados Unidos, en 1913, escribió un libro que tuvo gran énfasis sobre la conservación y la vida animal salvaje con propósitos recreativos, tales como la caza y pesca deportiva. Leopold realizó estudios sobre ecología animal mucho antes que lo hiciera Charles Sutherland Elton en Inglaterra; de hecho, el establecimiento en Europa de reservas de fauna y leyes proteccionistas precedió al trabajo de Elton.
Después de la Segunda Guerra Mundial el campo de la conservación se extendió a nuevos problemas planteados.

Las consecuencias de los pesticidas

Con los incrementos de población y presiones crecientes sobre la tierra y los recursos, la planificación que se había llevado a cabo hasta entonces no satisfacía, pues ya no se podía contar con un solo factor, sino con muchos diferentes. Un ejemplo era el desarrollo de pesticidas empleados contra los insectos causantes de enfermedades y las plagas de las cosechas. Inicialmente los resultados eran notables; en muchos países se controlaron los mosquitos de la malaria, pasando de ser una causa importante de enfermedad y mortalidad humana, a un asunto de bajo nivel y de fácil manejo.

De forma semejante se redujeron drásticamente las pestes agrícolas, y las cosechas rindieron notablemente en muchas regiones. De todas formas, se descubrió que los pesticidas tenían consecuencias inesperadas y severas en el ambiente. En 1970 el uso de los pesticidas en cualquier parte y para cualquier propósito estaba abierto a un serio debate.

Preocupación sobre la polución medioambiental y la radiación nuclear

A la par que se generaba el debate sobre los pesticidas, todas las formas de polución llegaron a ser una materia de importancia mayor, desde que las poblaciones y las actividades industriales aumentaron tras la Segunda Guerra Mundial. El aire de las ciudades llegó a alcanzar niveles de toxicidad; los suministros de agua en muchas áreas de gran población quedaron contaminadas.

La radiación nuclear ya había llegado a ser una causa de preocupación mayor entre 1950 y principios de 1960, cuando se hallaron materiales radiactivos por todas partes de la biosfera, procedentes de pruebas de explosiones atómicas, en lugar de quedar confinadas a las áreas inmediatas en que se realizaron las pruebas.

En respuesta a la necesidad planteada con fuerza por muchas personas y grupos comprometidos con la defensa medioambiental y el control de los recursos naturales, muchos países establecieron ministerios para el medio ambiente o equivalentes, y en 1969 los Estados Unidos acordó una política nacional de actuación en ese campo, mediante la creación de un Consejo Nacional de Calidad Medioambiental, con objeto de vigilar y coordinar las ayudas a esas actividades en las secciones del gobierno que podían tener un efecto en el ambiente.

Aproximación internacional a los problemas medioambientales

En 1970 los problemas medioambientales habían llegado a ser de orden internacional; se contaminaron seriamente los océanos y ningún país por si solo podría controlar la situación. Los pesticidas y otras materias tóxicas se extendieron por el aire y las corrientes de agua, causando daños irreversibles en las regiones más recónditas.

Las necesidades de una proximidad internacional a los problemas de la conservación, descubrió que muchas naciones no estaban preparadas para cubrir la situación. La orientación sobre conservación apuntó a recomendaciones sobre control y uso de materiales radiactivos, metales pesados y pesticidas tóxicos. Paralelamente, se necesitaba dar fuerza internacional a las recomendaciones sobre descargas de petróleo en el mar. La necesidad de regular la explotación de los recursos marinos se reconocía ampliamente, pero esa regulación se consideraba ineficaz si no se autorizaba una autoridad internacional.

En reconocimiento a todos estos problemas se tuvieron muchas conferencias internacionales, nuevos tratados y convenciones, y frecuentemente se declaraba la necesidad de regular sobre el ambiente a un nivel intergubernamental. La Organización Mundial de la Salud y la Organización Meteorológica Mundial, iniciaron un programa global para supervisar el nivel de polución. La Organización educativa, Científica y Cultural de Naciones Unidas (UNESCO), lanzó un programa científico dirigido hacia los problemas del "Hombre y Biosfera", y se tuvo en Stockholm, en junio de 1972, una Conferencia Internacional sobre problemas medioambientales.

En la siguiente conferencia de Naciones Unidas, la Asamblea General estableció un programa para el ambiente (UNEP) con objeto de actuar en base a las recomendaciones de la reunión de Stockholm. El UNEP inspeccionó muchos aspectos del medio ambiente mundial y recursos naturales, y posteriormente publicó sus estudios en numerosos informes.

En 1980, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y Recursos Naturales, con el apoyo consolidado del UNEP, publicó una estrategia de conservación a nivel mundial. Este documento que presentó un plan de actuación mundial para el uso racional de los recursos, sirvió de base par muchos proyectos de conservación nacionales. Pero muchos críticos temieron que hasta que las naciones del mundo no recelaran de delegar su autoridad en las organizaciones internacionales, así como apoyarlas financieramente, poco progreso podría esperarse en la solución de los problemas globales. En tanto no existieran condiciones para unas relaciones internacionales adecuadas en este ámbito, las distintas naciones intentaban actuar con sus medios y dentro de sus propios límites territoriales.

Disponible en http://www.natureduca.com/conserva_historia1.php. Editado y adaptado para ser publicado por LC 

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