Cómo fortalecer la relación de pareja? La mayoría de los humanos vive en pareja, una empresa que aporta compañía emocional, sexual y práctica, pero exige suma delicadeza y capacidad de negociación para prosperar.
Según un estudio del Departamento de Psicología Social de la Universidad Complutense, un 75% de los españoles mantiene una relación amorosa estable. De ellos, el 85% vivian juntos, de los que el 60% están casados y un porcentaje similar tienen hijos. No llegaban al 1% lo que habían repetido matrimonio. Entre los motivos citados por los encuestados para buscar pareja figuraban como principales la necesidad de compartir, el deseo de formar una familia y tener hijos, y la búsqueda de sentido vital y estabilidad emocional. Los participantes en la encuesta, dirigida por el profesor Jiménez Burillo, señalaban como característica más valorada a la hora de buscar compañía para un ligue eventual el atractivo físico, seguida de un carácter agradable y la accesibilidad sexual en el caso de los hombres, que en cambio estaba en el duodécimo puesto para las mujeres. Sin embargo, cuando se trata de entablar una relación duradera, tanto ellos como ellas querian a alguien agradable, inteligente y sincero.
La encuesta también reflejaba que la fidelidad es clave: un 30% de hombres y un 60% de mujeres dice haber tenido relaciones sexuales con una sola persona a lo largo de su vida, y sólo el 20% de los hombres y un 5% de las mujeres confiesan abiertamente haber practicado el sexo con otros individuos distintos a su pareja desde que comenzó su relación actual.
Es más, sólo el 20% de los hombres y el 5% de mujeres afirman desear acostarse con alguien que no sea su pareja. A pesar de eso, el 40%, de la población española confiesa sentir "muchos" celos, v el 30% "bastantes".
En suma, la vida en pareja, con todas sus variantes actuales, sigue siendo la opción dela mayoria, ¿pero cómo podriamos definirla? Hay quien la describe como la relación de dos personas que se unen para resolver problemas que no tendrian si no estuvieran juntas. ¿Es cierta esta paradoja? ¿Tiene entonces algum sentido estar emparejado? ¿Es el mismo para todo el mundo?
En los años sesenta, el antropólogo de la Universidad de Cambridge Edmund Leach trató de enunciar sus funciones. En casi todas las sociedades que él había estudiado, la pareja servía para establecer quiénes eran los padres legales de los hijos y crear un fondo comum de propiedad para ellos. También dotaba a sus miembros de control sobre la sexualidad, la fuerza de trabajo y las propiedades de la otra persona.
Claro que casi todas las culturas analizadas por Leach eran colectivistas, y en ellas las personas normalmente son leales a su grupo y no suelen decepcionar las expectativas de este. Los individuos se definen por sus circunstancias vitales y actúan en función de ellas. Sin embargo, como señalan antropólogos de la talla de Marvin Harris, nuestra sociedad es individualista. Procedemos en función de nuestro propio yo, al cual consideramos más importante que las circunstancias. No necesitamos actuar como los demás esperan de nosotros y tener pareja no significa perderse dentro de ella. Las obligaciones definidas por Leach sobre hijos, sexualidad o condiciones materiales no se dan por hechas. Lo dice un proverbio escocés: no merece la pena casarse por dinero, porque se pueden conseguir préstamos más baratos.
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Robert Sternberg |
¿Entonces, cuáles son las razones que nos impulsan a seguir juntándonos? En realidad, solo una: el amor. La pervivencía de este sentimiento, que ha resultado favorecido por la evolución para unir a las personas con los fines citados por Leach, es la razón de que existan aún este tipo de uniones. Por eso, las teorias sobre las relaciones de pareja y la solución de sus problemas tienen que comenzar por la definición de la emoción amorosa.
Robert Sternberg, catedrático de la Universidad de Yale, es el creador de una de las tesis más influyentes. Según él, hay tres factores que sustentan el sentimiento amoroso: intimidad, pasión y compromiso. El primer aspecto se relaciona con la sensación de apoyo emocional que proporciona la unión con otro ser humano, el deseo de estar en su compañía cuando nos necesita, la felicidad de compartir experiencias, la química intelectual, el sentido del humor que vibra en la misma onda ... Cuando una relación está basada en este aspecto, es probable que sus componentes se sientan psicológicamente estables y perciban que la causa de su buena salud mental es el vínculo afectivo con su media naranja.
• Si un hombre le abre la puerta, o es nuevo el coche o lo es la pareja
En esta línea, Frank Finchman, de la Universidad del Estado de Florida, ha estudiado el papel que tienen las atribuciones de responsabilidad en la estabilidad del vínculo. En las parejas en crisis, se percibe al otro como causante y responsable de los aspectos negativos de la relación, mientras que se tiene la sensación de que los positivos son debidos a factores externos, como son la buena situación económica, el apoyo de los amigos, los hijos ...
De hecho, cuando el nexo pasa por un momento inestable, tendemos a creer que las acciones del otro que promueven nuestra acciones del otro que promueven nuestra felicidad han sido realizadas de manera involuntaria o interesada. A ese tipo de situaciones aluden frases como "cuando un hombre le abre la puerta del coche a su pareja, pueden ocurrir dos cosas: o es nuevo el coche ... o es nueva la pareja". Según este modelo, esas atribuciones positivas o negativas afectarán a una serie de factores internos de los componentes del dúo, esto es, intrapersonales y también harán mella en el compotrtamento que los dos sujetos tengan el uno hacia el otro -los llamados factores interpersonales-. Según creemos que el otro es culpable de todo nuestros males, es probable que dejemos de ser sincero , que aumente nuestro comportamiento emocional negativo -por ejemplo, nuestros deseos de venganza cuando la otra persona nos hace daño-y empeore la resolución de conflictos .
Por eso en terapia de pareja es esencial trabajar las imputaciones de responsabilidad. Hay que tratar, por una parte, de objetivar la influencia de la otra persona en nuestra vid, haciendo por ejemplo una lista de los aspectos positivos y negativos que resultan de la relación. Al mismo tiempo e importante manejar mejor la sensación de autocontrol y analizar lo problema de relación que podemos cambiar simplemente variando nuestro propio comportamiento.
•La intimidad acentúa el parecido físico entre los dos inplicados
la teoría de Sternberg prevé que, cuanto mayor sea el grado de intimidad, más profunda será la relación. Dos estudios recientes nos muestran los pros y los contras de ese binomio. El primero, publicado a principio de 2006 y realizado por un equipo de cientificos de la Universidad de Liverpool dirigido por Tony Little, concluía que, cuanto más tiempo convive una pareja y acentúa su intimidad, más crecen las similitudes físicas entre sus miembros. El estudio argumentaba que el desarrollo de parecidos entre los dos componentes de una pareja podría derivarse del hecho de compartir y entirnumerosas experincias comunes. Según explica Little, esto es debido a que la personalidad marca nuestras facciones faciales, por lo que el hecho de compartir modo de ver la vida acaba por modelar los rasgos de manera similar:
El segundo, que había ido realizado un año antes por una operadora de telefonía sueca, indicaba que do de cada tres individuos espiaban los mensajes del móvil de su media naranja. Según la investigación, el 64% de los encuestados aprovechaba lo descuidos de esta para leer a escondidas los SMS que guardaba o para intentar averiguar la procedencia de los mensajes del buzón de voz. La mayoria lo hacían cuando el novio o la novia estaba en el baño, pero había un cierto porcentaje que esperaba a que su pareja estuviera durmiendo para cotillearle los mensajes o le espiaban cuando se dejaban el teléfono en alguna parte. Ante la pregunta de porqué violaban así el espacio personal del otro, la respuesta más común era que no sentían que estuvieran entrando en terreno ajeno. Los SMS o los mensajes de voz de su pareja eran, según ellos , también suyos . Los dos estudio reflejan aspectos del equiliblio que debe guardar una relación basada en la intimidad; una cosa es sentirse cerca del otro y otra confundir e con él.
El segundo factor que cita Robert Sternberg en su teoría del amor es la pasión, una variable que implica que los componentes del dúo se atraigan físicamente, esté o no esté presente en ese momento la actividad sexual. Según este autor; cuando las parejas están basadas en esta fuerza de atracción, sus miembros sienten que sólo el hecho de ver a su compañero/a ya les resulta superestimulante, y esa estimulación se trasmite al resto de mundo. Es una energía que les convierte en personas más impetuosas y les hace ver la vida de forma más brillante y optimista.
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Helen Fischer |
La realidad es que existen numerosas investigaciones en la actualidad que relacionan el amor pasional con la bioquimica. En su libro "Anatomía del Amor", Helen Fischer; profesora del departamento de Antropología de la Universidad Rutgers, en Nueva Jersey, dividía en cuatro fases la neuroquimica de este sentimiento. La primeira etapa, llamada 'Huella' o 'imprinting', está dirigida por las contribuciones de la evolución, la genética y el sentido del olfato. Todos estos factores desencadenan las reacciones románticas que experimenta típicamente una persona enamorada de otra. Durante la segunda etapa - de 'Atracción'-, el cerebro es inundado por neurotransmisores afines a las anfetaminas, especialmente por feniletilamina y posiblemente por dopamina y norepinefrina, que activan sentimientos de euforia y exaltación. La terceira etapa es la de la 'Neuroquimica' de las caricias. En esta fase la glándula pituitaria segreda oxitocina. Entre sus efectos se cuentan el incremento de las sensaciones durante las relaciones sexuales y la producción de sentimientos de relajación y afecto. Por último, durante la cuarta etapa o de 'Unión', sobreviene un aumento de la producción de endorfinas - químicamente afines a la morfina - en el cerebro, lo que desencadena sensaciones de seguridad en los amantes.
• Atracción por el peligro; el síndrome de Romeo y Julieta
Pero para comprender la pasión en el ser humano no basta con explicar su activación a través de la química neuronal. Existen también muchas investigaciones que intentan encontrar los desencadenantes psicológicos que provocan esa riada de sustancias. Uno de los estudios clásicos lo realizaron Donald G. Dullon y Andarthur P. Aron, de la Univesidad de la Columbia Británica, en Vancouver (Canadá). Consistia en que una colaboradora entrevistaba, uno por uno, a un grupo de voluntarios, a algunos de ellos en un lugar anodino, y a otros en lo alto de un vertiginoso puente; después, ellos tenían que decidir si la llamaban por teléfono para continuar el experimento. Pues bien, telefoneaban mucho más los que habían mantenido el encuentro en el puente, por lo que los investigadores concluyeron que la situación peligrosa aumentaba el atractivo de la entrevistadora.
De hecho, la sensación de peligro, al igual que el misterio o la incertidumbre respecto a la persona que nos atrae, es uno de los ingredientes activadores de la pasión. Entre sus manifestaciones extremas figura el llamado "síndrome de Romeo y Julieta",la exacerbación del amor pasional en los jóvenes que se ven separados por las circunstancias. Según el sociólogo italiano Francesco Alberoni, autor del influyente libro "Enamoramiento y Amor", no es casual que las sociedades más restritivas controlen un sentimiento tan perturbador. Para este escritor; catedrático de la Universidad de Milán, el amor pasional es una transgresión, una verdadera revolución que trastoca todo y crea un estado naciente a partir del cual el individuo afectado inicía una nueva vida; y para hacerlo, tiene que romper las reglas. Según Alberoni, historias como las de Romeo y Julieta o Abelardo y Eloísa nos muestran ese contrapunto entre una sociedad establecida y un estado naciente a partir del flechazo. El enamorado recoge las insatisfacciones de su vida anterior y, con la fuerza que le da su nuevo estado, pretende crear un mundo en que las cosas funcionen mejor.
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Helen Singer Kaplan |
Sin embargo, también se produce a veces la situación inversa, lo que explica los problemas que surgen en las parejas cuyo vínculo se basa en este sentimiento. El psicólogo social Geert Hofstede denomina 'aversión a la incertidumbre' el temor que los miembros de una cultura sienten ante determinadas situaciones inciertas y desconocidas. A nivel individual, se puede definir un sentimiento parecido: en algunos momentos, los seres humanos toleramos mejor la incertidumbre y en otros la llevamos peor. Los terapeutas de pareja están acostumbrados a lidiar con conflictos en las uniones basadas en la pasión cuando uno de los dos miembros busca seguridad. Amar pasionalmente es sentirse a gusto en una situación no controlada y eso es algo que no siempre resulta posible.
En todo caso, según la teoría de Sternberg, el vínculo sexual siempre es esencial para mantener este tipo de afecto; por eso la terapia de pareja incide habitualmente en este aspecto. Reactivar la sexualidad cuando ha habido problemas es, por ejemplo, el objetivo del método ideado por Helen Singer Kaplan, profesora de psiquiatria de la Universidad de Cornell y directora del Programa de Educación y Terapia Sexual del Hospital de Nueva York. Esta experta divide los posibles problema de este tipo en tres categorias: trastornos del deseo sexual, de la excitación sexual y de la resolución sexual. En cuanto al primero, la inapetencia se puede deber a causas médicas - dolor, desequilibrio hormonal, efectos secundarios de fármacos - o psicológicas -estrés laboral o social, depresión, incomunicación en la pareja -. En todo caso, Kaplan nos recuerda que la frecuencia de los contactos deseados o la abundancia de fantasías y pensamientos está en función de la personalidad, de la edad y del sexo. El problema nunca es objetivo, surge de la diferencia entre las expectativas de una persona y el nivel de apetencia de la otra, por lo que se deben tratar ambos aspectos.
Los trastornos de la excitación son más frecuentes en el hombre, que sufre en ocasiones episodios de disfunción eréctil causados a veces por factores fisiológicos, si bien en la mayoría de los casos - el 85%, según el cálculo de los sexólogos Masters y Johnson - las razones son psicológicas. De hecho, muchos de los afectados son capaces de conseguir una erección espontánea o provocada cuando están solos, pero no en pareja. Eso demuestra que la base del problema es la ansiedad relacionada con la situación.
Por último, entre los trastornos de la resolución sexual, los más frecuentes son la dificultad o imposibilidad de alcanzar el orgasmo y la eyaculación precoz masculina. Para la doctora Kaplan, estos problemas tienen su raíz en la llamada "ansiedad de rendimiento", una tensión excesiva creada por la necesidad de complacer a la pareja y autoafirmarse.
• Método de parada-arranque contra la eyaculación precoz
La nueva terapia sexual ideada por esta psiquiatra combina técnicas para solucionar los problemas puntuales que no tienen por qué convertirse en patologías con un análisis más profundo, cuando se hace necesario, como en el caso de los citados fallos en el rendimiento a causa de la ansiedad o de falta de tolerancia a las situaciones de intimidad. Por ejemplo, en el caso de la eyaculación precoz masculina es habitual combinar el método de parada/arranque - detenerse justo "antes de"- con otros ejercicios sensoriales que permiten mitigar la tensión dejando que el sistema nervoso autónomo funcione con fluidez, sin intervenir en él. Para la doctora Kaplan, cuanto más se insista en dominar la respuesta autónoma a través del sistema nervioso central - es decir, a través de la voluntad de la persona - , más se interfiere en el funcionamiento de la sexualidad. Finalmente, volviendo a la teoría de Sternberg, el tercer factor que hace posible el amor es el compromiso. Cuando una pareja basa su relación en esta dimensión, comparte objetivos vitales comunes y más que mirarse el uno al otro, dedican su tiempo a mirar juntos en la misma dirección. Es el tipo de cariño que hace que se puedan hacer planes conjuntos, construir un mundo, unir fuerzas en proyectos ...
Sobre este tipo de sentimiento han incidido, por ejemplo, las teorías del intercambio social, que tratan de analizar las motivaciones humanas en términos de costes y beneficios. Según los teóricos más cercanos a esta metodología, existen determinadas variables que predicen el compromiso y, por lo tanto, la estabilidad de las parejas que se basan en este sentimiento. Por ejemplo, son muy importantes las recompensas específicas que se derivan del intercambio de recursos: si el hecho de emparejarse produce satisfacciones inmediatas, es más fácil que la unión perdure. Además, según esta escuela de investigación, es importante tener en cuenta las altemativas que existen a la relación - ¿disponen los componentes del dúo de otros posibles candidatos?, ¿serían capaces de estar solos?- y la inversión que supone esta -¿a qué se renuncia para estar en pareja?, ¿qué esfuerzos hay que hacer para mantenerla?-. Obviamente, casi nadie se hace a sí mismo estas preguntas de forma consciente, pero las posibles respuestas servirían para predecir la estabilidad del proyecto de pareja.
• El secreto de la permanencia reside en la aceptación del otro Para que el compromiso funcione, es esencial según Sternberg la aceptación del otro. La terapia de pareja integradora, desarrollada por autores como Neil Jacobson, profesor de la Universidad de Washington, o Andrew Christensen, de la Universidad de California, incide especialmente en este punto. Según sus defensores, la aceptación total del compañero sólo se da en la fase de enamoramiento, pero es necesario mantener un mínimo de esa aquiescencia para que la pareja subsista. Se trata, por ejemplo, de trabajar lo cambios que la otra persona no quiere o no puede realizar para que convierta lo que le resulta intolerable en algo no deseable, pero al menos aceptable. Para ello, los terapeutas piden a los miembros de la pareja que hablen más de emociones "suaves" - tristeza, miedo, soledad-y menos de sentimientos "duros" -ira, resentimiento, venganza-. Esta forma de comunicación facilita las cosas para que ninguno se ponga a la defensiva y cada uno pueda tener más empatía con el punto de vista del otro.
• De la mezcla de los ingredientes saldrá el sabor del cóctel amoroso
En definitiva, si aceptamos la teoría del amor de Robert Sternberg, intimidad, pasión y compromiso componen los ingredientes del cóctel que supone la relación de pareja. De la dosis de cada uno dependerá el formato del vínculo, su capacidad para hacer felices a sus miembros y sus inconvenientes: amor romántico -intimidad y pasión, sin compromiso-, amor de compañeros -intimidad y compromiso, sin pasión-; amor loco -pasión y compromisos sin intimidad-; amor por simpatía -sólo intimidad-... Hay valias posibilidades. Cualquiera de ellas proporciona satisfacciones en ciertos aspectos y carencias en otros, lo cual supone que aporta sensaciones positivas para la salud mental en ciertos momentos de la vida y puede convertirse en un problema en otros. Aprender a manejar estas variables en la relación de pareja es un elemento fundamental para nuestra felicidad.
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La psicóloga Marie-France Hirigoyen autora de "El Acoso Moral". El maltrato psicológico en la vida cotidiana, afirma que cualquiera puede ser víctima de una persona perversa. Si uno tiene la mala suerte de enamorarse de alguien que usa tácticas manipuladoras, se convierte en victima potencial de maltrato. Por eso, esta experta considera esencial detectar los posibles signos en la comunicación
con nuestra pareja:
• Culpa. Los manipuladores hacen ver a su compañero que es culpable de todo lo que sucede.
• Doble vínculo. Forma de criticar que nos hace sentir que si hacemos una cosa está mal y si hacemos la contraria también. Ejemplo: si no besamos, nos acusan de ser poco cariñosos, y si lo hacemos, nos llamarán pesados o empalagosos.
• Verdades absolutas. Los manipuladores consiguen hacer creer a sus parejas que existen opiniones objetivas y que cualquier desviación es una aberración.
• Impredecibilidad anímica. A veces se muestran iracundos y otras se ríen ante el mismo motivo. Si se les pregunta qué es lo que ocurre, responden "nada!", para que el otro se culpabilice.
• Caen muy bien o muy mal en un primer contacto. Es extraño generar emociones muy intensas, pero las personas más problemáticas en pareja son individuos que están en cualquiera de los extremos.
• Victimización. Los manipuladores creen que los demás tienen que resolver todos sus problemas.
• Sensación de amenaza latente. Si no hacemos lo que la pareja quiere, sufriremos las consecuencias.
• Necesidad de "adivinación". Hay que intuir lo que quiere sin que lo diga. Los individuos más manipuladores pocas veces expresan sus necesidades o sentimientos: esperan que estos se cumplan por norma sin necesidad de argumentarlos.
• Imposibilidad de negociación. Estos individuos comunican imponiendo o callándose y sacan a la luz los temas polémicos mediante puyas en la conversación (a veces delante de terceros), pero no consienten hablarlos cuando es posible el intercambio de opiniones.
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La nueva arma de cupido
Una investigación de 2008 de la Universidad Complutense de Madrid analizaba la evolución de varias parejas heterosexuales a través de su comunicación por el teléfono móvil. Se desarrollaba en estas fases:
• la primera es el tiempo de las declaraciones amorosas y la descripción del deseo en mensajes muy trabajados desde el punto de vista literario.
• En la segunda, el móvil se usa para gestionar desacuerdos, iniciar reconciliaciones y expresar la añoranza por la falta de mensajes cariñosos de la primera época.
• la tercera fase es más pragmática. No se hacen ni se esperan declaraciones amorosas, se llama para repartir tareas domésticas o familiares.
Eso sí, según el estudio, en todas las fases la relación de pareja está presente de una u otra forma. Tener el móvil operativo, acordarse de comunicar con el otro de vez en cuando y hacer una llamada o enviar un SMS de buenas noches cuando no se cohabita es parte de la rutina de los encuestados. Cuando alguno de estos hábitos falla, la relación se cuestiona.
El estudio también establece una especie de protocolo de actuación cuando surge un problema en la pareja. Habitualmente, se comienza el acercamiento con un SMS que suaviza la tensión y trasmite buenas intenciones -"que tengas un buen día"; "no te preocupes por lo de esta mañana"-. Después, se pasa a la comunicación oral, en la que se intenta empatizar con el otro. Por último, se usa el móvil para concretar una cita y discutir el
problema.
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Cómo resolver los conflictos
Las terapias de pareja tratan de que dos personas que se quieren pero que tienen intereses diferentes se sienten a dialogar y a negociar para intentar resolver su conflicto. Para ello es conveniente que ambas ...
• Emitan respuestas positivas a las actitudes negativas del otro, como responder con humor o empatía a su acritud.
• Busquen el momento adecuado para discutir en vez de lanzarse reproches cuando no es posible la negociación.
• Sean capaces de resistir las situaciones críticas sin desarrollar problemas emocionales, cognitivos o conductuales.
• No oculten resentimientos ni insistan en que no están enfadados. Es clave encauzar la agresividad evitando los extremos: reprimirla o explotar. Hay que desahogarse y expresar sentimientos sin herir.
• Empiecen la discusión dedicando un tiempo a recoger la vivencia del otro para reconstruir una visión conjunta de lo que ha sucedido. Es importante escucharle atentamente en lugar de interpretarle, entenderle aunque no compartamos su postura y hacer comprensible la posición propia.
• Se vean capaces de resolver conflictos y aportar un punto de vista constructivo centrado en el objetivo o en los sentimientos.
• No conviertan ningún tema en tabú. Se trata de afrontar, no de evitar. Posponer las discusiones sobre temas tensos sólo sirve para que estallen.
• Discutan sobre posiciones flexibles acerca de necesidades, intereses y sentimientos, y no sobre posturas dogmáticas acerca de "cómo deben de hacerse las cosas".
• Piensen que "los dos ganan", en vez de intentar vencer al otro y pensar que es él quien debe resolver el problema.
• Negocien para lograr satisfacer las necesidades respectivas en el futuro en vez de discutir sobre el pasado.
• Eviten que uno de los dos monopolice siempre las conversaciones.
• No atribuyan continuamente mala voluntad a la otra persona. La mayoría de los conflictos se producen por diferencias personales y son conflictos de intereses, no ataques al otro.
• No generalicen. Los choques nunca son globales: se dan por algo concreto. Hay que captar su esencia antes de ponerse a resolverlos. Sustituyan los "tú'' -"tú no me haces caso", "te crees el amo", "siempre quieres tener razón"- por los"yo" -"me siento marginado", "me desmotiva este tipo de situaciones"-.
• En casos especiales, acepten la mediación de otras personas. La intervención de elementos neutrales ayuda a descongestionar el problema.
Texto de Luis Muiño publicado en "Muy Interesante", España, abril 2008, nº 323, pp. 52-62. Digitalizacion, adaptación y ilustración para publicación en ese sitio por Leopoldo Costa.
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